Menos tech y más platón: ¿eres fuzzie o techie?

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¿Eres fuzzie o techie? Pues seas lo que seas, debes saber que resultas necesario en la sociedad digital que construimos – o que nos construye a nosotros, quién sabe – aceleradamente. Pero antes de avanzar vayamos por partes, que esto de los palabros es cosa fútil y perentoria.

 

ser fuzzie o techie

 

¿Qué es ser fuzzie o techie?

¿Sabes, en primer lugar, lo que es un fuzzie o un techie? Pues, más o menos, lo que aquí llamábamos de toda la vida de letras o de ciencias. Los fuzzies serían los estudiantes de humanidades y ciencias sociales y los techies los de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, lo que ahora conocemos con el acrónimo de STEM.

En teoría, según nos dicen, de estos últimos debería ser el reino de los cielos. Ganarán más y tendrá mayor prestigio social, a tenor de lo que nos muestran las listas de oficios y profesiones más demandadas. ¿Es realmente así? ¿Sólo los techies son los llamados a reinar y sobrevivir en estos tiempos digitales?

Pues, para consuelo de los muchos fuzzies, afortunadamente, no. Tanto fuzzies como techies hacen faltan en las empresas y organizaciones digitales. Si unos ponen la tecnología, otros ponen la visión amplia.

Si unos tienen el foco en el algoritmo, los otros lo ponen en la persona, sus necesidades y demandas. Si unos en la eficacia y eficiencia, otros en la ética o el diseño. Habilidades distintas pero complementarias para las empresas en este entorno digital que todo lo ocupa.

 

Los mayores problemas humanos requieren que combinemos el aprecio por la tecnología con un respeto continuo por aquellos que estudian nuestra condición humana»

 

El estupendo libro “Menos Tech y más Platón” (LID editorial), escrito por Scott Hartley y del que tomo el título para encabezar el presente artículo, aborda de manera entretenida y práctica la falsa dialéctica que hasta ahora enfrentaba las competencias blandas con las duras, las humanidades con las tecnologías.

En verdad, todos somos necesarios, depende de nuestro enfoque y actitud personal más que del determinismo académico. En palabras del propio autor, “este libro trata de reformular este debate, reconociendo la necesidad – muy real – de las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, (STEM), pero sin desdeñar el rol de las humanidades.

En efecto, a medida que la evolución de la tecnología la vuelve accesible y democrática – y por supuesto omnipresente -, los eternos interrogantes de las humanidades se han convertido en requisitos esenciales de los nuevos instrumentos tecnológicos”.

Es decir que, para avanzar, harán falta los tecnólogos, sin duda alguna, pero también aquellos que desde una perspectiva más amplia sepan leer las demandas, las necesidades de las personas y de las sociedades porque, “Los mayores problemas humanos requieren que combinemos el aprecio por la tecnología con un respeto continuo por aquellos que estudian nuestra condición humana, ya que son estos quienes nos muestran cómo aplicar dicha tecnología y con qué propósito”.

Las grandes tecnológicas y consultoras se saben bien la lección, y por eso aspiran a combinar, sabiamente, los talentos techies con los fuzzies. Cuestiones de ética, de lógica, de lingüística, de semántica, de las necesidades esenciales del alma humana, de los comportamientos privados y colectivos, de los conceptos, precisan de una visión humanística, de ahí que fichen habitualmente a filósofos o filólogos, por citar dos formaciones inequívocamente fuzzies.

Los nuevos liderazgos para proyectos complejos precisan de la combinación de talentos, tanto tecnológicos como humanos, engrasados todos ellos por las habilidades blandas sociales y comunicativas. Google lanzó un estudio, pomposamente bautizado como Proyecto Aristóteles, para tratar de determinar el porqué unos equipos de trabajo funcionaban mejor que otros.

Las soft skills

El resultado no dejó lugar a dudas, la diversidad y el liderazgo compartido impulsaban la eficiencia, quedando demostrado que las habilidades sociales no cognitivas poseen un valor extraordinario para la empresa. O sea, que la presencia de “soft skills”, capacidades blandas, mejoran los equipos de tecnología duros, como bien saben por experiencia propia nuestros directores experimentados de RRHH.

La presencia de “soft skills”, capacidades  blandas, mejoran los equipos de tecnología duros, como bien saben por experiencia propia nuestros directores experimentados de RRHH»

 

Y no sólo para trabajar, sino también para crear un negocio digital resulta preciso el talento fuzzie.  En muchas ocasiones, lo fundamental de un nuevo negocio digital es lograr determinar la necesidad humana a satisfacer, conseguir imaginar un modelo de negocio y entusiasmar al equipo y a los inversores.

Después, ya vendrán los techies con la carpintería tecnológica necesaria, porque “aquellos que tienen formación en humanidades y han estudiado la naturaleza de la vida humana y la sociedad, las peculiaridades de nuestra psique y de nuestros comportamientos, así como aquellos que han aprendido a reforzar su pensamiento creativo y sus habilidades de comunicación, son los principales candidatos para liderar la búsqueda de aplicaciones tecnológicas significativas”.

El diseño también se escapa de las habilidades puramente tecnológicas y, como bien sabemos, el diseño es cada día más importante. Y, como dijo Donald Norman, “el diseño es más que crear cosas bonitas, el diseño es una forma de pensar, de determinar las verdaderas necesidades subyacentes de las personas para ofrecer productos y servicios que los ayuden”. El diseño combina arte, creatividad, compresión humana, tecnología, sociedad y negocio, y por eso, precisa de la colaboración de talentos variados.

 

la tecnología no puede convertirse en un muro para nadie

 

Por eso, la vieja pregunta, ¿de ciencias o de letras?, no debería marcar caminos educativos irreconciliables, existiendo campos compartidos que podrían mejorar las aptitudes de unos y de otros. “A medida que nos acercamos a un futuro cada vez más tecnológico, se vuelve más urgente cerrar la brecha techie-fuzzie que reina en nuestros sistemas educativos, desde las primeras experiencias de aprendizaje hasta los estudios universitarios y de posgrado, y lograr que reflejen esa dualidad social tan necesaria”.

Aunque se ha avanzado bastante, aún queda mucho por hacer para la simbiosis fuzzie-techie. Así, aunque ya nos resulta familiar, por ejemplo, la unión de la psicología, la lingüística y la neurociencia para desarrollar ciencia cognitiva o la sociología con la arquitectura y la ingeniería civil para conseguir el mejor urbanismo, aún podríamos ir mucho más allá, fomentando las especialidades fuzzies como, por ejemplo, “para combinar filosofía e ingeniería para lograr diseños éticos; sociología y estadística para analítica humana; literatura e informática para ciencia narrativa y de derecho y ciencia de datos para la regulación predictiva”. Tenemos tanto por hacer que no podemos desperdiciar la enriquecedora diversidad de talentos y capacidades.

La tecnología resulta cada día más accesible y económica. No puede convertirse en un muro para nadie, sino en una puerta abierta para nuestros talentos diversos, sean del universo fuzzie o techie. Por todo ello, menos tech y más Platón, aquí queda dicho.  

 

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