Pandemia, ecommerce y tarjetas de prepago virtuales

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La historia de los medios de pago ha tenido muchas evoluciones a lo largo de las últimas décadas. Atrás, muy atrás, queda ya la aparición de las tarjetas de crédito como solución a negocios y consumidores. El siguiente gran paso viene dado tras la aparición de tecnologías y dispositivos móviles, a través de los cuales uno puede vincular su tarjeta o cuenta corriente al teléfono o a su wearable. Todos ellos métodos muy cómodos para realizar un pago en cualquier establecimiento físico. De hecho, es muy frecuente ver a clientes pagar acercando su dispositivo a cualquier TPV de un negocio.

 

No obstante, ¿cómo ha sido la evolución de los pagos online? En un principio, el comercio electrónico se basó en la aportación de los datos bancarios por parte del cliente. Métodos que, si bien eran eficaces, carecían de seguridad. Los ecommerce se afanaron por aportar más seguridad a los métodos de pago incorporando plataformas que hacían más seguras las operaciones. Con ellas, el usuario introducía su número de tarjeta y posteriormente se validaba la operación con su banco. Esto se sigue haciendo, no sin ciertos problemas de seguridad también latentes con este método.

 

Los últimos métodos que empiezan a consolidarse son la opción de realizar pagos a través de Bizum o bien a través de las tarjetas virtuales de prepago. Conocido el método de Bizum por su auge en usos particulares, conviene hablar sobre la tarjeta de prepago virtual ya que sus ventajas le harán convertirse en el gran protagonista para nuestras compras en Internet.

 

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La pandemia que todo lo acelera

 

España y el mundo en general venían experimentando un gran crecimiento en las cifras que mueve el comercio electrónico. Ya todo el mundo compra online y el negocio que no esté ahí se puede decir que, simplemente, no será negocio. Con la llegada de la pandemia del coronavirus, el ecommerce ha pisado de nuevo el acelerador y las cifras del sector se multiplican a ritmos vertiginosos. En paralelo, las amenazas virtuales también ha crecido exponencialmente y la sofisticación de los hackers se ha convertido en una alerta constante en estos hábitos de compra.

 

Por todo ello, banca, plataformas, fintechs y colosos como Visa o Mastercard tienen como gran objetivo asegurar la seguridad online en los procesos en los que estén relacionados. Quizás la solución a todo ello resida en pagar con tarjetas virtuales de prepago.

 

¿En qué consiste una tarjeta de prepago virtual?

 

Para empezar, cabe explicar que una tarjeta de prepago virtual cumple con las mismas funciones de pago que una tarjeta física, sin embargo no es una tarjeta física. La tenemos en nuestro ordenador o dispositivos móviles y en ella figura una numeración, una fecha de caducidad y un código de seguridad para poder pagar compras en internet. Es decir, solo funciona para el ecommerce.

 

Pero el ecommerce lo es todo hoy en día, de modo que es muy sencillo encontrar a una entidad que gestione y tramite tarjetas virtuales de prepago. Habrá que fijarse en aquellos operadores que trabajen bien la seguridad de los pagos y la que ofrezca más sencillez en los procesos, aunque es cierto que el funcionamiento general de este tipo tarjetas no ofrece muchas complejidades. El usuario que disponga de una de ellas tanto solo deberá hacer recargas por el importe que quiera, de forma que no podrá gastar una cantidad mayor al saldo disponible en sus compras en la red.

 

Las operaciones son instantáneas, recuerdan a cuando teníamos que hacer una recarga de saldo a nuestra tarjeta prepago del teléfono móvil. Al igual que en la telefonía, las tarjetas de prepago virtuales financieras se puede recargar siempre que uno quiera sin límite de recargas.

 

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Ventajas y beneficios de las tarjetas de prepago virtuales

 

Hay ciertos factores que invitan a pensar en ese protagonismo que va a coger este método de pago para nuestras compras online. Si tuviéramos que definir las bondades de las tarjetas virtuales de prepago, destacaríamos en primer lugar su versatilidad y su seguridad, aunque la lista de beneficios es larga:

 

  1. Son sencillas de adquirir y no requieren de grandes trámites. Las entidades no necesitan realizar análisis de solvencia o riesgos de los clientes. Por tanto, son totalmente accesibles para cualquier bolsillo.
  2. Es un método ideal para controlar nuestros gastos. No se puede gastar más de lo que haya en nuestro saldo. Si sólo podemos gastarnos 200 euros al mes en nuestras compras online, ingresaremos esos 200 euros y de ahí no pasamos. Hay que recordar que este producto es diferente al de una tarjeta de crédito virtual.
  3. Una opción muy útil para controlar el dinero que gastan nuestros hijos. La era tecnológica hace que podamos darle la paga por medio de una tarjeta de prepago virtual. No gastarán más que el saldo que tengan en ella.
  4. Es una de las opciones más seguras. Al ser virtuales, estas tarjetas no se pueden perder a diferencias de las físicas. Ya en las operaciones, hay escasos riesgos de robos y además las tarjetas de prepago virtuales no están vinculadas a cuentas corrientes o líneas de crédito.
  5. Se pueden usar en la gran mayoría de ecommerce. Cualquier comercio que acepte pagos con Visa o Mastercard permitirá pagar a través de esta opción. Esto incluye pagos en webs extranjeras las 24 horas del día, aunque deberemos consultar condiciones con la entidad gestora de nuestra tarjeta.
  6. Aunque están pensadas para las compras por la red, una tarjeta de prepago virtual también se puede utilizar en establecimientos físicos siempre que se pueda vincular con plataformas de pago móvil como Google Pay o Apple Pay. Habrá que consultar condiciones con nuestra gestora.
  7. Es una opción muy interesante para las empresas. Un incentivo para los empleados puede venir en forma de tarjeta virtual con fondos para gastar en lo que uno quiera ( aunque lo ideal es que utilicen ese dinero para gastar en productos propios de la empresa).
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