El Indicador CEPYME sobre la Situación de la Pyme, correspondiente al segundo trimestre de 2025, ofrece una visión clara y detallada del estado actual de las pequeñas y medianas empresas españolas. Aunque el informe muestra signos de mejora en algunos apartados, también refleja una serie de desafíos que ponen en evidencia la fragilidad del tejido empresarial más representativo de España.
Con más de 2,9 millones de pymes en el país, lo que supone el 99,8% del total de empresas, este análisis es clave para entender hacia dónde se dirige la economía y cuáles son los retos a corto y medio plazo.
Un indicador que mejora, pero sigue lejos de niveles óptimos
El estudio refleja que el Indicador CEPYME alcanzó los 6,3 puntos, lo que supone una mejora respecto a los trimestres anteriores y el mejor registro desde la pandemia. Sin embargo, esta cifra se mantiene aún por debajo de los valores obtenidos entre 2015 y 2017, cuando superaba los 7 puntos.
Este avance se explica, principalmente, por el descenso de los tipos de interés, la ligera recuperación de la competitividad y la mejora de la solvencia empresarial. No obstante, otros apartados como la actividad y los costes de operación siguen mostrando retrocesos que limitan el verdadero despegue del tejido productivo.
En términos comparativos, las pequeñas empresas alcanzaron los 6,2 puntos y las medianas los 5,9, con un comportamiento algo más positivo en el caso de estas últimas, debido a su mayor capacidad de resiliencia frente a la volatilidad económica.
Ventas en crecimiento, pero sin recuperar la tendencia prepandemia
Uno de los aspectos positivos del informe es el aumento de las ventas, que crecieron un 5,4% interanual en el segundo trimestre de 2025, encadenando así cuatro trimestres consecutivos con incrementos superiores al 5%. En términos reales (ajustados por inflación), el crecimiento fue del 4,1%.
A pesar de esta evolución favorable, el análisis histórico revela que las pymes aún no han recuperado la tendencia de crecimiento previa a la pandemia. En comparación con 2019, las empresas pequeñas venden un 16% menos de lo esperado si se hubiera mantenido la trayectoria anterior, y las medianas un 7% menos.
En sectores como la hostelería y el comercio minorista, el crecimiento ha sido especialmente intenso gracias al repunte del turismo y del consumo interno. Sin embargo, industrias como la manufacturera o la construcción siguen mostrando debilidad estructural, con márgenes ajustados y dificultad para trasladar los costes a precios finales.
El empleo asalariado se ralentiza
El empleo en las pymes creció un 1,6% interanual, lo que supone 151.900 asalariados más y eleva la cifra total a 9,5 millones de empleos. Sin embargo, este crecimiento es el más bajo desde 2021.
Los datos también muestran una gran disparidad según el tamaño empresarial: mientras que las microempresas apenas crearon 8.100 empleos en el último año (un 1,8% del total), las pequeñas generaron 74.900 y las medianas 68.900. Por su parte, las grandes empresas fueron responsables del 67% del empleo creado, con más de 308.000 nuevos puestos de trabajo.
Esto confirma una tendencia preocupante: las microempresas, que representan más del 90% del tejido empresarial español, muestran un débil dinamismo en la generación de empleo, lo que las convierte en el eslabón más frágil de la cadena productiva.
El coste de operar: un desafío creciente
Los costes operativos de las pymes encadenan cuatro trimestres de subidas, situándose un 1,3% por encima de los de hace un año y un 23,4% por encima de los niveles de 2019.
Dentro de este apartado, el coste laboral es el que más preocupa. Creció un 3,3% interanual y, ajustado por inflación, un 2,3%. Desde 2021, los costes laborales de las pymes han aumentado un 26,8% en las pequeñas y un 21,3% en las medianas, lo que afecta directamente a la rentabilidad.
En paralelo, el precio de los insumos acumula una subida del 30,1% desde 2019, con la energía como principal responsable (un 49,2% más cara que hace seis años). Esto tiene un impacto directo en sectores electrointensivos como el metal, el textil o la industria química.
La combinación de salarios crecientes y encarecimiento de los insumos lastra la competitividad y estrecha los márgenes de beneficio de las pymes, obligándolas a subir precios o a reducir inversión en innovación.
Solvencia en riesgo: más concursos de acreedores
Uno de los datos más alarmantes del informe es el récord histórico de concursos de acreedores en un segundo trimestre: 2.642 procesos, un 7,1% más que en 2024 y el sexto incremento consecutivo.
La mayoría correspondieron a autónomos y microempresas, confirmando su vulnerabilidad financiera. Paralelamente, aunque la morosidad comercial se redujo ligeramente (plazo medio de cobro de 79 días), el esfuerzo financiero vinculado a deuda comercial sigue siendo elevado, con un coste anualizado de 2.250 millones de euros para el conjunto de pymes.
La buena noticia es que la ratio de endeudamiento medio se ha reducido al 80,5%, lo que muestra un esfuerzo por desapalancar balances. Sin embargo, la fragilidad de las microempresas vuelve a evidenciarse: 80 de ellas son necesarias para crear un único empleo asalariado.
Competitividad y productividad: avances insuficientes
La productividad de las pymes registró su tercer incremento consecutivo, con un aumento del 2,4% interanual. Sin embargo, sigue siendo inferior a los niveles alcanzados en 2017, 2018 y 2022.
En cuanto a la rentabilidad bruta, las pequeñas empresas lograron un ligero aumento interanual del 1,9%, pero siguen un 14,8% por debajo de 2019. Las medianas, en cambio, acumulan trece trimestres consecutivos de caídas, con una pérdida del 10,9% respecto a 2019.
Esto confirma que el déficit de productividad y el elevado peso de los costes laborales son los principales obstáculos para la mejora de la competitividad de las pymes españolas.
Comparativa internacional: España frente a Europa
El estudio también permite contextualizar la situación española respecto a Europa. Mientras que en países como Alemania, Francia o Países Bajos las pymes han recuperado niveles de rentabilidad y productividad cercanos a los de 2018, en España la recuperación sigue siendo más lenta.
La diferencia se explica, en parte, por la estructura empresarial más atomizada y la alta dependencia de sectores de bajo valor añadido como la hostelería o el comercio minorista. En contraste, las pymes centroeuropeas tienen un mayor peso en la industria tecnológica y exportadora, lo que refuerza su resiliencia.
Transformación digital e implementación de la Inteligencia Artificial
Uno de los aspectos más importantes que tanto la Pyme como la Micropyme española deben afrontar es el reto de la transformación digital junto con la adopción de la Inteligencia Artificial como elemento diferenciador, al mismo tiempo que potencian cada día su competitividad.
Vivimos en un mundo globalizado donde el mercado ya no es un mercado local sino global, dependiendo de la actividad que la Pyme en cuestión realice, por lo que es más que necesario entender los beneficios que esto atrae y adaptarse e integrarlos en el modelo de negocio para ser una empresa competitiva a nivel global.
La IA ha llegado para quedarse , ya no es cuestión del futuro , es una cuestión del presente para poder alcanzar el futuro y expandir nuestra empresa a unos niveles, quizás nunca pensados, pero sobre todo la IA da a la Pyme unas posibilidades que hasta ahora eran impensables y lo que es mejor todavía, a unos costes realmente bajos frente al desembolso que hace unos años tenían que hacer las Pymes.
La IA ha llegado para quedarse , ya no es cuestión del futuro , es una cuestión del presente para poder alcanzar el futuro
Recomendaciones
El Indicador CEPYME 2T 2025 dibuja un panorama dual: por un lado, se observa una recuperación en ventas, crédito y productividad; por otro, persisten retos estructurales como los elevados costes, la baja rentabilidad y la vulnerabilidad de las microempresas.
Para consolidar esta recuperación, los expertos recomiendan:
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Reducir la carga burocrática y regulatoria, que sigue siendo una barrera para el crecimiento.
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Impulsar políticas de apoyo a la digitalización y la innovación, especialmente en microempresas.
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Facilitar el acceso a financiación estable, evitando la dependencia excesiva de deuda a corto plazo.
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Promover la formación en gestión y sostenibilidad para reforzar la resiliencia empresarial.
La gran conclusión es que las pymes han recuperado parte de la estabilidad de 2018, pero aún están lejos de los niveles óptimos de 2015-2017. Mientras las empresas medianas muestran mayor resiliencia, las microempresas continúan siendo el eslabón débil del sistema, lo que pone en riesgo la sostenibilidad del modelo empresarial español si no se adoptan medidas específicas de apoyo.
Es crucial implementar políticas que faciliten su digitalización, innovación y acceso a financiación para consolidar esta recuperación y garantizar la sostenibilidad del tejido empresarial español.