MAPFRE ha participado en la COP30 (Brasil) para presentar, entre otras cosas, un informe muy interesante sobre su sector y la escasa influencia en Asia de protección de pólizas relacionadas con catástrofes naturales relacionadas con el cambio climático. Sequías prolongadas, incendios descontrolados, olas de calor extremas, inundaciones repentinas y tormentas cada vez más violentas se suceden con una frecuencia desconocida hace apenas dos décadas y cada vez es más importante contar un salvavidas económico en las pérdidas materiales. Lo último, el tifón ‘Fung-wong’, causando una multitud de problemas en Filipinas o Vietnam.
La brecha en Asia sobre la protección aseguradora ante desastres naturales
Según el citado informe – Cambio Climático, Riesgos Extraordinarios y Políticas Públicas –, el continente concentra la mayor brecha de protección aseguradora del mundo: el 82,8% de las pérdidas vinculadas a catástrofes naturales no cuenta con cobertura, lo que significa que solo un 17,2% encuentra respaldo en el sistema asegurador. Una cifra que refleja tanto la baja penetración de los seguros en las economías emergentes como la alta exposición de amplias zonas urbanas y rurales a riesgos extremos.
Una brecha que crece al mismo ritmo que los eventos climáticos extremos
La brecha de aseguramiento por catástrofes naturales —conocida como CatNat gap— no es un problema nuevo, pero sí se ha agravado en la última década. El informe destaca que su expansión responde a tres factores principales:
- La insuficiente penetración del seguro en regiones donde el crecimiento económico es rápido pero la cultura aseguradora aún es limitada.
- La creciente concentración de población en áreas de riesgo, particularmente en ciudades costeras o zonas sísmicas.
- La intensificación del cambio climático, que está multiplicando la frecuencia y severidad de los fenómenos meteorológicos extremos.
Los especialistas reunidos en la COP30 coinciden en que los llamados riesgos secundarios —eventos climáticos de baja intensidad pero alta recurrencia— son los que más están afectando al sector asegurador. Hablamos de incendios forestales, sequías prolongadas, olas de calor, lluvias torrenciales, vientos extremos o nevadas inusuales. Todos ellos, fenómenos que antes se consideraban excepcionales, se han convertido en parte del paisaje habitual y generan un creciente volumen de daños.
El Swiss Re Institute confirma esta tendencia señalando que las pérdidas aseguradas por catástrofes naturales crecen de manera sostenida entre un 5% y un 7% anual desde 1992. Un ritmo que pone a prueba la resiliencia tanto de las aseguradoras como de las economías nacionales, especialmente en países donde los gobiernos deben asumir la mayor parte de los costes por la falta de cobertura privada.
El desafío económico y social del calentamiento global
“El cambio climático representa uno de los principales retos para la estabilidad social y económica y es un desafío de primera magnitud para la actividad aseguradora”, advierte Mónica Zuleta, directora corporativa de Sostenibilidad de MAPFRE. Su mensaje refleja una realidad que cada vez comparten más actores del sector: para que las sociedades puedan afrontar el nuevo escenario climático, será imprescindible reforzar los mecanismos de protección financiera, mejorar la prevención y acelerar la inversión en adaptación.
Zuleta subraya que el sistema asegurador debe desempeñar un papel central en esta transición, ayudando tanto a las empresas como a los ciudadanos a anticiparse a eventos extremos y a recuperarse de ellos. En este contexto, MAPFRE ha definido una estrategia climática ambiciosa: convertirse en una compañía neutra en emisiones en 2030 en todos los países en los que opera y alcanzar la condición NetZero en 2050. La hoja de ruta incluye medidas para impulsar la transición energética justa, apoyar tecnologías de bajo impacto ambiental y diseñar soluciones aseguradoras adaptadas a las nuevas exigencias climáticas.
Innovación aseguradora para un riesgo cada vez más complejo
Para responder a los retos emergentes, MAPFRE está impulsando nuevas herramientas que van más allá del seguro tradicional. Entre ellas destacan los seguros paramétricos, productos que ofrecen una compensación económica automática cuando se activa un indicador predeterminado —como la velocidad del viento o el nivel de precipitaciones—, sin necesidad de evaluar los daños de manera individual. Este tipo de soluciones resulta especialmente útil en países con infraestructuras limitadas, donde la rapidez en la respuesta es crucial.
La compañía también está desarrollando los bonos catastróficos, instrumentos financieros que permiten transferir el riesgo de catástrofes naturales a los mercados de capitales, ampliando la capacidad del sistema asegurador para absorber grandes pérdidas. “Son mecanismos que funcionan como un seguro complementario y que permiten diversificar el riesgo entre inversores internacionales”, señala Zuleta.
Además, MAPFRE está reforzando su compromiso con la transición energética mediante iniciativas como MAPFRE Energías Renovables II, un fondo pionero en Europa que invierte en biometano, un biocombustible completamente verde que contribuye a la descarbonización del sector energético y agrícola.









