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La ciencia, la tecnología y el conocimiento en general están logrando avances antes impensables en la recuperación de un ictus, diagnosticado cada año en España en unas 100.000 ocasiones.

El accidente cerebrovascular ocurre cuando el flujo sanguíneo hacia el cerebro se interrumpe de manera brusca. Puede deberse a una obstrucción arterial (ictus isquémico) o a la rotura de un vaso sanguíneo (ictus hemorrágico). En ambos casos, las neuronas privadas de oxígeno comienzan a morir en cuestión de minutos. La rapidez en la atención médica es crucial y cada segunda cuenta para evitar daños irreversibles.

En cuanto a las secuelas más habituales, destacan las dificultades motoras por pérdidas funcionales en el movimiento. Es frecuente que la afasia o trastorno del lenguaje también afecta a las personas que hayan sufrido un ictus.

La rehabilitación del ictus

Frente a ello, las terapias de rehabilitación se han centrado en fisioterapia, logopedia y la terapia ocupacional. Pero la neurología moderna ha descubierto algo fascinante: el cerebro no es una estructura rígida e inmutable, sino un órgano plástico, capaz de reorganizarse y crear nuevas conexiones neuronales incluso tras una lesión grave. A este proceso se le conoce como neuroplasticidad, y es precisamente el fundamento sobre el que se construyen las nuevas terapias de estimulación cerebral.

En el Hospital Universitario La Luz (Madrid), el equipo del doctor David Pérez Martínez, jefe del Servicio de Neurología, ha incorporado una tecnología que demostrando eficacia en los procesos rehabilitación: la neuromodulación no invasiva mediante estimulación transcraneal por corriente directa (tDCS, por sus siglas en inglés).

Se trata de aplicar corrientes eléctricas de muy baja intensidad a través del cuero cabelludo para modular la actividad neuronal, explica el especialista. Esto ayuda al cerebro a reorganizar sus redes y a potenciar las áreas implicadas en el movimiento o el lenguaje. Es, en cierto modo, una manera de despertar la plasticidad cerebral.

Procesos y resultados de la neuromodulación no invasiva

El tratamiento con tDCS consiste en colocar unos pequeños electrodos en la cabeza del paciente. Durante la sesión —que suele durar entre 20 y 30 minutos—, una corriente constante de entre 1 y 2 miliamperios estimula regiones concretas del cerebro relacionadas con las funciones afectadas por el ictus. No produce dolor, ni requiere anestesia. Los pacientes describen la sensación como un leve cosquilleo o calor local.

“En personas con afasia, que han perdido parcialmente la capacidad de hablar o comprender el lenguaje, la estimulación tDCS combinada con sesiones de logopedia ha demostrado mejorar significativamente la fluidez verbal y la comprensión”, señala el Dr. Pérez. “En los casos con secuelas motoras, potencia el efecto de la fisioterapia, ayudando a recuperar la coordinación y la fuerza en brazos o piernas”.

El tratamiento se integra fácilmente en los programas convencionales de rehabilitación, siempre bajo la supervisión de un equipo especializado. Su principal ventaja es que acelera los procesos de recuperación y permite aprovechar de forma más eficaz las sesiones de terapia tradicionales.