La medicina cardiovascular sigue dando noticias en forma de abordar casos complejos. Recientemente, Directivos y Empresas se hacía eco de la técnica de la aterectomía orbital para tratar un caso de obstrucción coronaria grave y ahora hacemos lo propio con otro paciente que aquejado de una insuficiencia tricúspide masiva.
La intervención se ha llevado a cabo con éxito en el Hospital Ruber Internacional mediante la implantación de una válvula tricúspide biológica de forma mínimamente invasiva. La operación, que duró aproximadamente una hora, representa una esperanza real para los pacientes con patologías estructurales del corazón derecho, tradicionalmente más difíciles de abordar mediante cirugía convencional.
La intervención fue realizada por un equipo multidisciplinar de referencia compuesto por los doctores Luis Nombela, Pilar Jiménez-Quevedo, Eduardo Pozo y el reconocido doctor Carlos Macaya, expresidente de la Sociedad Española de Cardiología, junto con tres técnicos internacionales especializados en esta innovadora tecnología. El caso clínico no era menor: un paciente de 79 años, con una compleja trayectoria cardíaca a sus espaldas.
La insuficiencia tricúspide masiva, menos conocida que la afectación de otras válvulas cardíacas, puede provocar insuficiencia cardíaca derecha. La patología presenta síntomas como fatiga, congestión hepática o edema periférico. Las opciones quirúrgicas convencionales tienen altos riesgos en pacientes mayores o con antecedentes quirúrgicos previos, como el protagonista de esta historia.
El historial del paciente atendido por la insuficiencia tricúspide masiva
El paciente intervenido había sido portador, desde hacía ocho años, de una válvula aórtica metálica que requería tratamiento anticoagulante crónico. Además, desde 2002 vivía con un marcapasos implantado tras un bloqueo cardíaco, con un recambio de baterías en 2019. En los últimos meses, presentaba una insuficiencia tricuspídea masiva, lo que deterioraba su calidad de vida y amenazaba su salud general. La cirugía convencional, debido a su historial clínico, presentaba un alto riesgo, por lo que se optó por un abordaje alternativo.
La técnica empleada consistió en la implantación percutánea de una prótesis biológica tricúspide a través de la vena femoral, un procedimiento aún poco común pero cada vez más utilizado en centros de alta especialización. El Dr. Nombela detalla que el nuevo dispositivo fue fijado sobre las valvas nativas de la válvula deteriorada mediante nueve anclajes, formando un nuevo anillo sobre el que se desplegaron las tres valvas funcionales que, desde ese momento, comenzaron a abrir y cerrar con normalidad.
“Este tipo de válvulas, en el lado derecho del corazón donde las presiones son más bajas, se espera que tengan una durabilidad incluso superior a los 10-15 años habituales en válvulas implantadas en el lado izquierdo”, explica el Dr. Nombela.
Así se ha desarrollado la operación
La intervención, completamente guiada por imagen cardiaca transesofágica en tiempo real, requirió anestesia general para asegurar la comodidad del paciente, ya que se introdujo una sonda de ecografía a través del esófago. Esta función de imagen fue supervisada por el Dr. Eduardo Pozo, experto en imagen cardíaca.
El acceso se realizó por la ingle, a través de una pequeña incisión en la piel. Desde la vena femoral, y sin necesidad de acceder a la arteria, se introdujo un catéter de un centímetro de grosor que llegó directamente hasta el corazón derecho. Allí, se desplegó la prótesis con precisión milimétrica, guiada por las imágenes ecográficas.
La recuperación del paciente fue rápida. Apenas una hora después de finalizar la intervención, recobró la conciencia, y fue trasladado a una sala intermedia, sin necesidad de ingreso en cuidados intensivos. Según el Dr. Macaya, “la recuperación es excelente. Si no hay complicaciones, el paciente puede recibir el alta en dos o tres días y reincorporarse con normalidad a su rutina, incluyendo la actividad física”.
El procedimiento realizado en Ruber Internacional se enmarca en una nueva generación de terapias percutáneas que están transformando el tratamiento de la cardiopatía estructural. Estas técnicas permiten ofrecer soluciones eficaces, duraderas y menos invasivas a pacientes complejos, mejorando su pronóstico y calidad de vida.