Diferentes proyectos como Emociones a través del arte, del que hemos hablado en Directivos y Empresas, han demostrado que la cultura y el arte en particular tienen impacto en la salud mental de las personas. Pero además de emocionar, las manifestaciones artísticas también pueden cuidar de los pacientes. Esa es la esencia que busca el Proyecto Quásares, enfocado a acompañar a aquellos que padecen cáncer.
Coordinado por el colectivo ZEMOS98 y financiado por la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), la Fundación Daniel y Nina Carasso y Quirónsalud, Quásares es mucho más que una propuesta cultural. Es un proceso de mediación entre artistas, pacientes oncológicos, personal sanitario y entidades implicadas, para producir obras que sirvan de apoyo emocional a quienes conviven con esta enfermedad.
El origen del Proyecto Quásares: hospitales españoles implicados
Desde su arranque en 2024, el proyecto se articula bajo la metodología Concomitentes, ideada por el artista belga François Hers, donde son los propios ciudadanos quienes promueven las obras de arte que necesitan para su comunidad. En este caso, los impulsores son pacientes y profesionales de las unidades oncológicas de los hospitales Quirónsalud Sagrado Corazón e Infanta Luisa de Sevilla, que han trabajado codo a codo con el mediador Felipe G. Gil para diseñar dos encargos artísticos profundamente vinculados a su experiencia.
La ilustradora sevillana Adela Angulo, conocida como Adela por dios, lleva meses traduciendo emociones complejas en trazos sencillos pero elocuentes. Su serie de ilustraciones, con la sensibilidad y el humor como lenguajes principales, aborda la experiencia oncológica desde una mirada empática y humana. “Desdramatizar no es banalizar, es dar espacio a lo que no se dice”, explica la artista, médica de formación y ahora volcada en su faceta artística. Su trabajo busca ofrecer un espejo honesto donde pacientes y familiares puedan reconocerse y aliviar parte del peso que conlleva la enfermedad.
La segunda creadora en sumarse al proyecto, la documentalista sonora Andrea Morán, explora otro territorio igual de íntimo: el de la memoria acústica. Su propuesta consiste en un documental sonoro que recoja la geografía emocional de los pacientes, componiendo un mapa de vivencias, silencios, sonidos hospitalarios y testimonios que ayudan a construir una narrativa coral del cáncer. Su objetivo es claro: ofrecer una herramienta de apoyo mutuo para quienes viven, han vivido o acompañan este proceso vital.
Ambas obras se encuentran en fase de producción, nacidas del contacto directo con pacientes y profesionales, y serán presentadas públicamente en septiembre de 2025, en un encuentro que reunirá a expertos en cultura y salud para reflexionar sobre el poder transformador del arte en contextos sanitarios.
Andrea Morán y Adela ‘por dios’.
Arte que cuida, arte que escucha
Más allá de las dos obras principales, Quásares es un ecosistema en crecimiento. En paralelo, el proyecto ha creado una colección online de más de 50 piezas culturales vinculadas al cáncer —cine, literatura, música, ilustración— disponible en coleccion.quasares.es. También está en marcha una publicación coral y una estrategia de difusión basada en ensayos visuales y sonoros. Todo con una intención clara: activar un cambio en la forma de entender el acompañamiento emocional en la enfermedad.
“Este proyecto es medicina cultural”, afirma Felipe G. Gil, coordinador de Quásares. “Y lo es porque implica una escucha activa, un reconocimiento de saberes y emociones que, hasta ahora, quedaban al margen del proceso clínico”. En efecto, aquí los pacientes no son solo receptores de cuidados, sino agentes creadores. Desde las sesiones iniciales de trabajo —en las que participaron oncólogos, enfermeros, técnicos de radioterapia, comunicadores y pacientes— se puso en el centro la necesidad de construir sentido en común.
La implicación de los sanitarios
La participación del personal sanitario en Quásares ha sido clave para conectar los tiempos del arte con los tiempos del hospital. Médicos como Juan Antonio Virizuela, Manuel González o Julia Montañés, y profesionales de enfermería y radioterapia como María del Pilar Muñoz o Lucrecia Ramos, han contribuido no solo como observadores, sino como voces activas en la definición de los temas, enfoques y formatos de las obras. El resultado es un proyecto híbrido que demuestra cómo la cultura puede mejorar los entornos clínicos, humanizar la asistencia y ofrecer nuevas formas de apoyo psicosocial.
El respaldo de entidades como la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) o la implicación de la Fundación Quirónsalud, que apuesta por la innovación asistencial desde una perspectiva humanista, reafirman la legitimidad de una iniciativa que va más allá de lo simbólico.