Por instancias de la OTAN y la situación actual en la geopolítica, España ha decidido incrementar el gasto en Defensa, lo cual abre muchas oportunidades para todas las empresas que operan en este sector, tradicionalmente muy innovador. Según algunas previsiones, el país podría destinar unos 50.000 millones de euros cada año, lo cual equivaldría a alrededor del 3%. Aunque para Donald Trump no sea suficiente, es la apuesta de España.
Para que tal inversión se convierta en una verdadera ventaja competitiva, España deberá seguir una hoja de ruta muy marcada por el diálogo constante entre todos los actores implicados. De ello dependerá el éxito de esta apuesta, según sostiene el informe elaborado por PROA Comunicación «Diálogo entre la industria y la geopolítica».
Los objetivos que debería buscar el sector de Defensa
En esencia, lo que viene decir este documento es que España debe demostrar si tiene la madurez institucional, la visión industrial y el diálogo inteligente para convertirlo en un proyecto de país sólido y soberano. Y es que poco importa la mayor partida de gasto sin inteligencia estratégica. Por ello los objetivos que deben estar sobre la mesa del sector de Defensa han de ir en la dirección de buscar una mayor autonomía, empleo de calidad, liderazgo tecnológico y, en última instancia, una mayor seguridad para los ciudadanos.
La urgencia de un diálogo real
Y para aspirar a esas metas, todo debe comenzar por resolver un déficit que, a juicio de los expertos que han participado en el informe, es crónico: la falta de un diálogo estructurado y permanente entre los tres vértices indispensables: el Gobierno (a través del Ministerio de Defensa), los usuarios finales (las Fuerzas Armadas, con el JEMAD como figura clave) y la industria. Históricamente, esta desconexión ha llevado a situaciones absurdas y traducidas en el desarrollo de sistemas sofisticados que los ejércitos no necesitan o inversiones desequilibradas que generan capacidades militares incoherentes.
«La oportunidad que abre el aumento de recursos puede resultar ambivalente si no se revierten estos déficits», se advierte en el análisis de PROA. El riesgo es que la «bonanza» se gaste en un sumun de programas inconexos, en lugar de en un ejército armónico y bien planificado. Además, alerta contra la tentación de invertir solo en lo más vistoso –tecnología de vanguardia– descuidando lo esencial: garantizar stocks suficientes de munición o piezas de repuesto críticas.
Hay talento, pero también obstáculos…
Pese a esa falta de diálogo que ha persistido en los años anteriores, hay razones para pensar en una inversión exitosa en el sector de Defensa. El optimismo está en el talento que han mostrado distintas empresas de la industria. Algunas de ellas han mostrado resiliencia ante bloqueos a exportaciones de componentes y han sabido sobreponerse con el rediseño de productos o desarrollos de tecnología propia. En estos casos, sirva aquello de contemplar crisis como oportunidades. Además, España no parte de cero.
No obstante, el camino hacia la autonomía estratégica europea está plagado de obstáculos. El informe señala el «exceso de nacionalismo industrial» entre los socios comunitarios, donde cada país protege celosamente sus capacidades críticas, dificultando la creación de una coalición industrial verdaderamente integrada. Para España, la disyuntiva es clara: debe aspirar a ser un actor relevante dentro de la industria europea, comprendiendo que la escala de éxito reside en el conjunto de Europa. «Esto último es y será la única alternativa para tener peso en un mundo bipolar dominado por Estados Unidos y China», sentencia el análisis.
Dudas y recomendaciones sobre las partidas presupuestas en Defensa
Sin embargo, una nube de incertidumbre planea sobre esta oportunidad. Expertos consultados en el informe cuestionan si el desglose del presupuesto de 2025 revertirá directamente en la transformación de la base industrial nacional. Grandes partidas se destinan a condiciones laborales, ciberseguridad o gestión de emergencias –necesarias, pero no siempre transformadoras–. Además, persiste la duda sobre la continuidad presupuestaria a largo plazo, vulnerable a los cambios políticos. La gran pregunta es si se está gestionando esta bonanza con una visión plurianual que dé seguridad a las grandes inversiones industriales.
Dicho de otro modo, no solo hay que detenerse en la cantidad de recursos, sino en la calidad de la gestión de los mismos. Y para asegurar los objetivos propuestos, PROA lanza una serie de recomendaciones:
- Instaurar un diálogo trilateral permanente y efectivo que alinee necesidades, capacidades y producción.
- Invertir con visión dual: en innovación de vanguardia y en la garantía de suministros básicos y stocks.
- Apostar decididamente por la propiedad intelectual y la tecnología propia, abandonando el modelo de ensamblaje dependiente.
- Navegar con astucia la geopolítica, promoviendo una autonomía estratégica europea realista que combine soberanía colectiva con las alianzas transatlánticas.
- Asegurar un compromiso presupuestario estable que trascienda los ciclos políticos y permita planificar a décadas vista.


Los objetivos que debería buscar el sector de Defensa







