Saltar a contenido principal
ECONOMÍA

El Gobierno australiano promulga un impuesto a las emisiones contaminantes que duplica al aprobado por la UE

Australia ha refrendado este domingo un impuesto a las emisiones de dióxido de carbono ala atmósfera después de una polémica reforma emprendida por la primera ministra australiana, Julia Gillard.

CANBERRA, 1 (Reuters/EP)

Australia ha refrendado este domingo un impuesto a las emisiones de dióxido de carbono ala atmósfera después de una polémica reforma emprendida por la primera ministra australiana, Julia Gillard.

Los principales agentes contaminantes del país, las centrales térmicas que se alimentan del carbón, pagarán 23 dólares (18,16 euros) por tonelada de dióxido de carbono, una cifra que duplica a la impuesta por la Unión Europea (UE), de 8,15 euros por tonelada.

Asimismo, la reforma permite la compraventa de derechos de emisión en el extranjero a partir del año 2015, una de las concesiones realizadas por Gillard, tras varios años de negociaciones entre empresas, sindicatos y partidos políticos. La 'premier' australiana ha enfatizado en la lucha contra el cambio climático y en la reducción del efecto invernadero, en su defensa de la reforma.

De hecho, Australia se encuentra entre los países más contaminantes per cápita debido a su alta dependencia de las centrales térmicas, que generan la corriente eléctrica mediante la combustión de carbón.

No obstante, el futuro político de Gillard parece haberse ligado al progreso de esta reforma. La oposición conservadora ha prometido su derogación si gana en las elecciones legislativas previstas para finales del próximo año. En su contra, los conservadores han argumentado que este impuesto a las emisiones contaminantes eliminará puestos de trabajo y ralentizará el crecimiento económico. Según una encuesta, el 63 por ciento de los votantes rechaza esta reforma.

La popularidad de Gillard ha descendido hasta mínimos históricos y los últimos sondeos vaticinan un batacazo electoral del Partido Laborista, la formación que encabeza la primera ministra australiana, que ha recriminado la “campaña del terror” que han emprendido los conservadores.