Incertidumbres económicas, también en China

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Profesor de la facultad de Derecho de ESADE

El Gobierno chino debe aplicar, en 2014, la ambiciosa agenda de reformas económicas y sociales aprobadas en noviembre de 2013 por el tercer plenario del Comité central del 18º Congreso del PCC tras ser confirmadas en la reunión anual de la Asamblea Nacional Popular, celebrada los días 5 al 13 de marzo de 2014. El primer ministro Le Keqiang anunció en el discurso inaugural que la economía crecerá un 7,5%, menos que el 7,7% alcanzado en 2013. Será el más bajo desde 1999. ¿Se cumplirán los objetivos y medidas aprobadas? 

Pekín comenzó 2014 anunciando que la segunda economía mundial ya era la primera en el comercio de mercancías, si bien EEUU y la UE siguen liderando el comercio mundial en el sector servicios. El comercio exterior chino alcanzó los 4,16 billones $ en 2013, un 7,6% más que en 2013. Pero las exportaciones chinas se moderan mientras crecen las importaciones, un dato que evidencia un alza del consumo interior. Y el superávit comercial chino va reduciéndose produciéndose en febrero un déficit comercial de 22.980 millones $. Una tendencia influida por la apreciación del yuan frente al dólar, otro 3% en 2013 que coincide con una depreciación de un 20% del yen japonés ante el dólar. En febrero, Pekín hizo bajar la divisa china un 1,2%. Y el 12 de marzo, el Banco Popular de China amplió la banda de fluctuación del yuan frente al dólar del 1% al 2%. La infracción bajó en febrero hasta el 2%.

 

Xi Jinping y Le Keqiang pretenden corregir un modelo de crecimiento económico insostenible, basado en la inversión y en un fácil acceso al crédito que privilegia los intereses de las grandes empresas públicas en detrimento del sector privado y PIMES. Pekín parece decidido a que las fuerzas del mercado pasen a jugar un papel decisivo. Pero deberá afrontar problemas acuciantes como la creciente deuda pública y privada que se dobló del 130% al 210% del PIB en los últimos cinco años y la gran fragilidad de los bancos chinos. El crecimiento debería basarse más en el consumo interior, facilitado por el aumento de los salarios. Y en la potenciación del sector servicios y la apertura del sistema financiero. También en la internacionalización del yuan, aún no es convertible, que según el organismo de pagos SWIFT, es la séptima divisa en las transacciones internacionales. Y urge invertir en el insuficiente sistema sanitario y corregir el grave impacto medioambiental que afecta a la salud de millones de personas. La segunda economía mundial es la primera emisora de CO2 y cuenta con varias de las ciudades más contaminadas del mundo. Está en juego la legitimidad del PCC en un país donde crecen las desigualdades territoriales y sociales y los niveles de corrupción. Pekín pretende hacer reformas económicas pero se resistirá a las políticas.

 

¿Se llevaran a cabo las reformas y ajustes estructurales pendientes?

 

El Gobierno chino parece dispuesto a corregir los privilegios exorbitantes de los grandes bancos y empresas públicas, una situación que afecta a la competitividad y la transparencia del sistema financiero y económico. Pekín aceptará la entrada del capital privado en algunos sectores, hasta ahora cerrados monopolios estatales. Las resistencias serán grandes. Le Keqiang advirtió que no intervendrá en las posibles quiebras empresariales. Así ocurrió cuando el fabricante de paneles solares “Chaori Solar” se convirtió el 7 de marzo en la primera empresa china que declaró no poder pagar una deuda de 10 millones de euros a sus acreedores.

 

El mayor reto será modernizar del sector financiero y regular la llamada “banca en la sombra” que es la vía de financiación de las PIMES con dificultades para obtener crédito de los Bancos públicos que priorizan dar préstamos a las empresas estatales. Pekín autorizó, el 11 de marzo, la creación de cinco bancos privados para dinamizar la concesión de crédito a las PIMES y a los particulares. También urge regular la caótica financiación de algunos Gobiernos provinciales y locales. El Banco Popular de China anunció, en enero, una inyección de fondos a corto plazo de hasta 31.400 millones de euros para aliviar las potenciales tensiones de liquidez.

 

El ministro de finanzas Lou Jiwei rebajó en marzo las previsiones de crecimiento de 2014 al 7,2% o 7,3%. Un porcentaje que ayuda poco a crear empleo para los 10 millones de chinos que este año emigrarán de las áreas rurales a las urbanas. Tampoco será fácil para los 7,27 millones de nuevos graduados que querrán incorporarse al mercado laboral.

 

La desaceleración china es una buena noticia para Occidente si el país logra, a medio o largo plazo, corregir los desequilibrios de su modelo de crecimiento por otro que sea sostenible. Pero, a corto plazo, seguirán las incertidumbres sobre la evolución de la economía china.

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