Por Ladislau Girona – director Marketing y Comercial Club Excelencia en Gestión
Los cambios de mentalidad comienzan con los cambios en los comportamientos. El impulso desde el producto hacia el servicio o pasar del liderazgo analógico al liderazgo digital se logra al hacer cosas distintas y tomar ciertos riesgos.
Digitalización, inteligencia artificial, big data, servicios en la nube, portabilidad-contextualización-movilidad, internet de las cosas (IoT), clientes y redes sociales… todo ello ha venido a modificar la forma en que las empresas pueden ser sostenibles en el siglo XXI. Es necesario incorporar el fenómeno de la digitalización a la estrategia de las organizaciones, a su modelo de negocio, a sus procesos.
Lo que determinará que las empresas puedan crear o perder valor estará alineado con su capacidad y con su cultura digital. Es decir, en ese paso del liderazgo analógico al liderazgo digital.
Todo funciona diferente, el vector digital explica y aumenta la producción continua de ideas y conocimientos. Todo va a gran velocidad; la interacción con los clientes es inmediata; la acción comercial y la atención al cliente son ya una misma cosa; el análisis de los datos abre nuevos campos de acción. No cabe duda: es necesario abordar ese cambio de liderazgo.
El Modelo EFQM estimula la evolución constante de las organizaciones hacia prácticas más eficientes, sostenibles y centradas en el valor para todas las partes interesadas. El liderazgo y la innovación hoy no se pueden entender sino en clave digital, haciendo las cosas de otra forma. Reaprendiendo y transformando nuestras habituales fórmulas de trabajo.
Se puede pasar de una mentalidad que no deja margen al error a permitir el error a condición de poder tener éxitos lo antes posible. Y de apoyarse sólo en las propias competencias internas a abrirnos y encontrar nuevos espacios de alianzas e ideas.
De estudios lentos a prototipos para contrastar rápidamente en el mercado para introducir pequeñas y nuevas mejoras. Del mundo de la jerarquía y la experiencia para establecer qué personas pueden decidir en un mundo donde lo que vale son las ideas (la experiencia es irrelevante) con el apoyo de la jerarquía.
De enseñar a aprender haciendo y entonces enseñar a los demás. De trabajar con una velocidad lenta a hacerlo con una más acelerada, donde el diseño del servicio y la experiencia del usuario nos ayudan a ganar ventajas competitivas.
De un mundo de individuos a uno de equipos multidisciplinares con un liderazgo integrador. De llevar a cabo acciones de benchmarking con los competidores o agentes activos de nuestro sector a conseguir un enfoque para crear productos y servicios únicos y diferenciales.
De una comunicación jerárquica de uno a unos pocos a una comunicación directa hacia todos donde la influencia es distribuida. De cadenas de valor en redes y ecosistemas de valor.
De una innovación desde la oferta, orientada al producto, a una innovación desde la demanda, fundamentada en los modelos de negocio y en los nuevos hábitos de los clientes. Del hermetismo a la transparencia. De la delegación a la conexión y la mentorización. De un paradigma que contrapone la innovación radical y la incremental a uno donde se conjugan ambas a la vez.
Del liderazgo como rol al liderazgo como servicio y compromiso
En definitiva, el liderazgo debe entender el deseo de significado de las personas de su equipo, la necesidad que tenemos de establecer un compromiso en algo mayor que nosotros, de poner más peso en el “para nosotros” que en el “para mí”. De la necesaria autenticidad del relato, del compromiso e intención de cambio para encontrar sentido al trabajo del equipo y al propio.
En el Foro Anual del Club Excelencia en Gestión exploraremos el liderazgo desde diversas perspectivas, ofreciendo una visión integral en el contexto de la Gestión 5.0 o gestión del futuro, analizándolo como uno de los elementos claves para construir el futuro de nuestras organizaciones y de los profesionales que las forman.
