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Pasar del dicho al hecho, de la teoría a la práctica, de la estrategia a la ejecución… Las empresas se pelean por directivos con un perfil más cortoplacista, contraviniendo aquello de que lo mejor es apostar por el largo plazo en las estrategias. Pero el panorama económico es incierto y los ciclos exigen mirar justo a la vuelta de la esquina. En los procesos de selección de responsables de áreas, las empresas se afanan por el llamado perfil DOER.

El término, que podría traducirse como “el que hace”, define a aquellos profesionales capaces de pasar de la idea a la acción en cuestión de días. Personas con mentalidad de proyecto, orientadas a resultados, que convierten la estrategia en impacto tangible. En las empresas donde los DOERs toman protagonismo, las reuniones eternas ceden espacio a ciclos de ejecución semanales; los planes a cinco años se fragmentan en acciones quincenales; y la frase “lo estamos estudiando” deja paso a “ya está en marcha”.

El porqué del auge del perfil DOER responde a un contexto empresarial en el que los ciclos de mercado son cada vez más cortos, las tensiones geopolíticas afectan a la cadena de suministro y la disrupción tecnológica no da tregua. Según datos de PwC, el 42% de los CEOs cree que sus compañías no serán viables en diez años si no se reinventan. A esta advertencia se suma un estudio de Harvard Business Review, que estima que hasta el 40% del valor estratégico se pierde por fallos en la ejecución, y un informe de IBM que revela que el 59% de los directivos considera que la ventaja competitiva dependerá de la capacidad de escalar la inteligencia artificial, aunque muchas iniciativas aún no alcanzan un retorno real.

Lo que distingue al perfil DOER

En este escenario, la diferencia ya no está en diseñar el mejor plan, sino en ejecutarlo antes y mejor. Como explica Mariana Spata, Chief Commercial Officer de Catenon, “las compañías ya no pueden permitirse procesos eternos de validación. Necesitan profesionales que pasen de la idea a la acción con método, que instauren un ritmo constante y que tengan la capacidad de adaptarse cuando sea necesario. El perfil DOER es, sin lugar a dudas, un impulsor de iniciativas en momentos de grandes cambios sociales, geopolíticos y de transformación digital”.

Catenon, firma global de talento, ha realizado más de 100 entrevistas con máximos ejecutivos de distintos sectores para identificar qué distingue a estos perfiles. El resultado es un retrato nítido del profesional que las compañías buscan:

  • Ownership radical: asumen la responsabilidad total de los proyectos, sin excusas ni dependencias.
  • Sesgo a la acción con método: no confunden velocidad con precipitación, pero tampoco esperan a la perfección para actuar.
  • Rigor operativo: trabajan con métricas visibles, tableros de control y revisiones periódicas que aseguran transparencia.
  • Comunicación clara y orientada a resultados: sintetizan, priorizan y hacen que todos sepan qué se espera de cada uno.
  • Resiliencia inteligente: saben cuándo persistir y cuándo pivotar sin perder el rumbo.

A estos rasgos se suma un elemento intangible pero esencial: el ritmo. El perfil DOER imprime cadencia a la organización. Establece rituales semanales o quincenales que evitan el temido “efecto demo” —la presentación brillante sin despliegue real— y garantiza avances medibles en plazos cortos.

Los procesos de selección también se transforman

El impacto del perfil DOER no solo se nota en la cultura interna de las empresas, sino también en la forma de seleccionar talento. Los procesos tradicionales, basados en currículums y logros pasados, están dando paso a evaluaciones centradas en la ejecución real. Hoy, los CEOs y los responsables de talento quieren ver pruebas concretas: proyectos entregados con métricas antes y después, desbloqueos de cuellos de botella en tiempos récord o la capacidad de priorizar decisiones bajo presión en entrevistas simuladas. En otras palabras, se buscan pruebas de acción, no de intención.

Del talento individual a la organización DOER

Para Catenon, el verdadero reto no es identificar a unos pocos “héroes ejecutores”, sino convertir la ejecución en un sistema escalable. Con ese propósito, la compañía ha desarrollado el modelo DOERS, un marco de trabajo diseñado para trasladar la cultura de la acción a toda la organización.

  • D – Decidir con datos y a tiempo: establecer ventanas de decisión claras y basadas en evidencia.
  • O – Ownership extremo: un responsable único por cada iniciativa, evitando la dilución de responsabilidades.
  • E – Ejecutar en ciclos cortos: medir impacto en periodos de dos semanas y aprender sobre la marcha.
  • R – Ritmo y rituales: mantener reuniones ágiles y revisiones semanales que garanticen foco y alineación.
  • S – Simplificar para escalar: eliminar tareas o procesos que no aportan valor a los KPIs estratégicos.

Este modelo no solo acelera la puesta en marcha de las iniciativas, sino que también impulsa una transformación cultural profunda. Las empresas que lo adoptan aprenden a valorar la acción sobre la narrativa, fomentan la responsabilidad compartida y generan una transparencia que permea todos los niveles jerárquicos.