En muchas grandes compañías, los planes de formación arrancan con fuerza: tienen una visión clara, cuentan con el respaldo de la dirección y responden a necesidades tangibles del negocio. Sin embargo, a medida que se expanden, empiezan a perder definición: las acciones se multiplican, los recursos se dispersan, los equipos se saturan y los datos dejan de conectar con los indicadores clave de gestión.
Lo que en un inicio funcionaba con claridad acaba convertido en un flujo difícil de sostener. La formación se mantiene activa, pero pierde tracción; se ejecuta sin pausa, aunque también sin dirección. En ese punto, muchas organizaciones dejan de preguntarse por qué forman para centrarse en una cuestión más operativa: cómo lo están haciendo y si ese modelo es viable a medio plazo.
La tensión entre personalización y escalabilidad
Quien ha gestionado formación en una gran empresa conoce bien este dilema. Por un lado, existe el compromiso de generar impacto, de adaptar los contenidos al contexto y de conectar con las personas. Por otro, hay que desplegar acciones para cientos o miles de personas, cumplir con plazos, demostrar resultados y mantener el sistema en funcionamiento sin generar cuellos de botella.
Este equilibrio, cada vez más complejo, lleva a muchas compañías a apostar por modelos de formación para empresas que les ayuden a crecer con solidez y mantener el control operativo en cada fase del proceso.
Según el último European Learning & Development Report, el 63 % de las grandes organizaciones afirma que su mayor reto no es definir la estrategia, sino escalarla con calidad. Y en ese dato hay una clave fundamental: el problema reside en la capacidad de gestión.
En este escenario, adoptar un modelo estructurado, basado en recursos paquetizados, empieza a ofrecer respuestas concretas a problemas operativos que se repiten.
Una solución pensada desde la eficiencia
El término “paquetización” puede generar ciertas reticencias en el ámbito de la formación, especialmente si se interpreta como una renuncia a la personalización. Pero para muchas grandes cuentas, esta lógica permite mantener el valor en el tiempo.
Cuando se trabaja con equipos diversos, ubicaciones distribuidas y necesidades que se repiten de forma cíclica, contar con una estructura predefinida ayuda a reducir la carga operativa, evita duplicidades y concentra el esfuerzo en lo que realmente importa: que la formación llegue, se entienda y se traduzca en acción.
El contenido sigue siendo decisivo, y la tecnología también, pero lo que marca la diferencia está en lo que se diseña y en cómo se ejecuta. La capacidad de activar programas con rapidez, asegurar una experiencia homogénea y liberar tiempo para tareas de mayor valor se convierte en una ventaja competitiva para los equipos responsables de formación.
Femxa Corporate Learning: estructura sin fricción
En este contexto, Femxa Corporate Learning ha desarrollado una propuesta específica para grandes organizaciones que necesitan formación estructurada, medible y operativa desde el primer momento. Su enfoque se basa en soluciones paquetizadas, diseñadas para lanzar acciones formativas de forma ágil, manteniendo estándares de calidad y facilitando la integración con los procesos internos de cada empresa.
Los contenidos se adaptan a cada caso, pero dentro de un marco técnico, visual y metodológico ya validado, lo que permite garantizar eficiencia y coherencia sin necesidad de partir de cero en cada proyecto. Las plataformas se activan con configuraciones estándar y las herramientas de autor están pensadas para que los equipos internos puedan trabajar con autonomía. Este enfoque conecta con las tendencias más recientes en e-learning corporativo, donde lo importante es convertir la formación en una infraestructura estable.
Como explica Patricia García, socia presidenta institucional de Femxa:
“La formación no necesita más ideas, necesita más estructura. Cuando cada recurso está alineado con una lógica de sistema, el aprendizaje fluye y el impacto se sostiene”.
Estandarizar para crecer, no para limitar
La estandarización amplía posibilidades. Lejos de suponer un freno, ofrece un marco sólido para que el equipo de formación pueda centrarse en lo que realmente genera valor: detectar nuevas necesidades, analizar los datos de impacto, acompañar procesos de cambio o reforzar la cultura de aprendizaje en todos los niveles.
En un entorno donde el 70 % de las empresas europeas prevé aumentar su inversión en formación digital antes de 2026, según datos del Cedefop, contar con un modelo sostenible y replicable se convierte en una cuestión de eficiencia operativa. Y ahí, el modelo paquetizado permite responder con rapidez y coherencia, sin comprometer la calidad.
Al mismo tiempo, este modelo permite optimizar la creación de contenidos e-learning bajo estándares técnicos y visuales unificados, facilitando su integración en distintos itinerarios formativos y plataformas.
Una nueva lógica para la formación a gran escala
Los departamentos de RRHH que lideran esta transformación ya no buscan más proveedores ni más variedad de formatos. Buscan sistemas: modelos que puedan activarse con rapidez, mantenerse con poco esfuerzo, adaptarse con flexibilidad y medirse con claridad.
El modelo paquetizado habilita la estrategia y ofrece un equilibrio real entre estandarización y flexibilidad, entre autonomía y control, entre volumen y valor. Y lo más importante: permite llevar la formación fuera del Excel, fuera del PowerPoint, y convertirla en una herramienta integrada en la dinámica operativa de la organización.
Una formación que funciona y que sostiene. Y que, sobre todo, consigue mantenerse alineada con el negocio sin perder de vista a las personas.









