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A expensas del acuerdo al que llegue Unión Europea con Donald Trump al respecto de los famosos aranceles, Crédito y Caución pone el foco de esta guerra comercial en China y uno de sus post explica qué esta ocurriendo con sus exportaciones. Aunque el reciente acuerdo alcanzado entre ambas potencias ha suavizado notablemente las tasas arancelarias impuestas por Washington, estas siguen estando muy por encima de los niveles históricos con una tasa impuesta por la Casa Blanca del 55%. Por ello, China ha decidido apostar en profundidad por nuevo eje comercial en Asia que ya empieza a dar resultados visibles.

China no se ha quedado esperando a una nueva resolución y ha trazado una nueva estrategia con sus exportaciones, habida cuenta del impacto del nuevo acuerdo con Trump. En abril, coincidiendo con la entrada en vigor del nuevo marco arancelario, las exportaciones chinas hacia Estados Unidos cayeron en 9.300 millones de dólares.

Las exportaciones chinas al sudeste asiático están compensando el impacto de los aranceles

Con el objetivo de contrarrestar estas cifras y la guerra arancelaria con Norteamérica, Pekín ha aprovechado sus lazos económicos con países del Sudeste Asiático y el creciente dinamismo de esta región. Y los datos corroboran tal estrategia, ya que el gigante ha aumentado en 14.800 millones de dólares sus exportaciones hacia Asia, una cifra que prácticamente compensa la caída con Estados Unidos.

Vietnam, Tailandia e Indonesia se han convertido en los nuevos socios estratégicos de China. Su buena relación con Washington y su participación en foros multilaterales como la ASEAN han convertido a estos países en nodos clave dentro del nuevo mapa comercial chino. Pero no se trata solo de exportar más: los fabricantes chinos están trasladando parte de su capacidad productiva a estos países.

Según Bert Burger, economista de Atradius, “los fabricantes chinos no solo buscan mitigar los efectos de los aranceles, también pretenden aprovechar las ventajas estructurales que ofrece el Sudeste Asiático, como los costes laborales más bajos o los incentivos fiscales”.

Una transformación que empezó antes de Trump

Aunque el conflicto arancelario ha acelerado esta transición, el desplazamiento de la producción china al sudeste asiático es una tendencia que comenzó años antes, según apunta Burger. Grandes compañías chinas de sectores como la electrónica, el textil o la maquinaria ya habían iniciado procesos de deslocalización para acercarse a nuevos mercados y diversificar sus cadenas de suministro.

Este cambio de paradigma está generando un fuerte impulso económico en países como Vietnam, Tailandia e Indonesia, que no solo aumentan sus exportaciones, sino que también captan inversiones en infraestructuras, logística y tecnología.

El fenómeno no es exclusivo de las grandes multinacionales. Miles de pequeñas y medianas empresas chinas están siguiendo el mismo camino, encontrando en la región un entorno más favorable para producir y vender, tanto dentro como fuera de Asia.

Nuevas oportunidades… y nuevos riesgos

No todo es positivo. Esta reconfiguración del comercio regional conlleva riesgos significativos. Estados Unidos ya ha mostrado su preocupación por el llamado “triangulamiento comercial”, es decir, la exportación indirecta de productos chinos a través de terceros países. Esta sospecha ha llevado a la imposición –y posterior pausa– de aranceles recíprocos de hasta un 50% a economías como Camboya, Laos, Vietnam o Sri Lanka.

Dana Bodnar, también economista de Atradius, advierte que “muchas economías del Sudeste Asiático están viviendo un auge exportador hacia Estados Unidos y la Unión Europea, pero unos aranceles finales de entre el 37% y el 50% supondrían un duro golpe para sus exportadores, especialmente en el segmento B2B”.

Según la experta, si estos países no logran mantener el equilibrio diplomático entre China y EE. UU., corren el riesgo de convertirse en víctimas colaterales de una guerra comercial que no han iniciado, pero que ya impacta de lleno en su balanza exterior. “Las tensiones podrían traducirse en impagos, retrasos en los cobros y una mayor incertidumbre financiera para muchas empresas”, añade.