Si la sonrisa es el espejo del alma, el rostro es la principal herramienta con la que se comunican las personas. Tanto el popular dicho como la siguiente reflexión hacen referencia a una parte del cuerpo humano en la que se expresan todas las emociones humanas. De acuerdo con ello, la parálisis facial es mucho más que la pérdida de movimiento de la cara, es la pérdida de una importante esfera emocional y social de las personas.
La dolencia es considerada como rara, pues afecta a unas 30 personas por cada 100.000 habitantes. Se le conoce en términos médicos como parálisis de Bell y además de entrañar consecuencias desde el plano emocional, también afectan a funciones vitales como masticar o parpadear.
Puede originarse por múltiples causas: infecciones virales, traumatismos, secuelas de cirugías en cabeza y cuello, tumores o enfermedades congénitas. El síntoma más evidente es la asimetría facial, pero a menudo se acompaña de alteraciones en el gusto, hipersensibilidad al sonido, exceso de lagrimeo o serias dificultades para comunicarse y alimentarse.
La cirugía oral y maxilofacial al rescate de la parálisis facial
La buena noticia sobre la parálisis facial es que puede tener solución, cogido el problema a tiempo. Directivos y Empresas ha tenido acceso a la la doctora Mª Isabel Falguera, especialista de la Unidad de Parálisis Facial del Servicio de Cirugía Oral, Maxilofacial e Implantología del Hospital Universitario La Luz, para saber cuáles son las claves para devolver la movilidad a un rostro en parálisis.
Una de ellas es el factor tiempo. El abordaje temprano es clave para las opciones de recuperación. “En los casos recientes, menos de dos años de evolución, es posible recurrir a técnicas microquirúrgicas que permiten reconectar nervios o transferir ramas nerviosas sanas para preservar la función muscular”, señala la doctora Falguera.
Su colega, el doctor Antonio Fernández, tampoco duda en reconocer que “el tiempo es determinante. Si el nervio deja de enviar estímulos durante demasiado tiempo, el músculo se atrofia y pierde su capacidad de respuesta. Actuar de forma precoz abre la puerta a los mejores resultados”.
Doctora Falguera y doctor Fernández.
Este margen de oportunidad se convierte en la diferencia entre recuperar gestos básicos —como sonreír— o arrastrar secuelas de por vida. Y es que cuando la parálisis se prolonga en el tiempo, el tratamiento cambia de enfoque. Injertos musculares desde otras partes del cuerpo, procedimientos oculoplásticos para proteger el ojo o técnicas de relleno con grasa y toxina botulínica forman parte del arsenal terapéutico.
Técnicas para corregir movimientos involuntarios: principales secuelas de la parálisis facial
Uno de los avances más esperanzadores es el manejo de las sincinesias, movimientos involuntarios que aparecen al intentar realizar gestos voluntarios. Antes se consideraban inevitables; hoy, gracias a la rehabilitación específica y a cirugías de precisión, pueden corregirse. “Hoy podemos reentrenar los músculos y, en casos seleccionados, aplicar cirugías avanzadas que reequilibran la función nerviosa. Esto abre una esperanza real para pacientes que antes tenían que resignarse a convivir con estas secuelas”, apunta la doctora Falguera.