Los mensajes de alerta de los dermatólogos sobre los peligros de la exposición solar son numerosos y cada año hay que recordar las recomendaciones que hacen estos especialistas para no poner en peligro nuestra piel. Dichos consejos, no por conocidos, conviene seguir recordándolos para sensibilizar a la población.
No obstante, hay otros peligros menos conocidos asociados a la radiación solar, tal y como explica para Directivos y Empresas el doctor José Padilla, facultativo del servicio de Urgencias del Hospital Quirónsalud Córdoba y miembro de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES). El experto afirma que su centro atiende muchos casos de reacciones en la piel debido a una reacción causada por la radiación y una serie de medicamentos.
Y es que, según avisa Padilla, más de 300 fármacos de uso común pueden provocar lo que se conoce como fotosensibilidad, una reacción anormal de la piel al entrar en contacto con la radiación solar mientras el cuerpo está bajo los efectos de determinados principios activos.
“Durante los meses estivales, es habitual atender en Urgencias casos de lesiones provocadas por la interacción entre fármacos y rayos UV. Son reacciones que pueden parecer leves, pero que no siempre lo son”.
¿Qué medicamentos pueden tener reacciones adversas en la piel con la radiación ultravioleta?
Antibióticos, antifúngicos, antiinflamatorios, agentes cardiovasculares e hipoglucemiantes orales son solo algunos de los medicamentos que pueden desencadenar este tipo de reacciones. “No significa que todas las personas que los toman vayan a sufrirlas, pero sí que existe un riesgo, especialmente cuando hay exposición solar intensa”, advierte el doctor Padilla.
Los envases de estos medicamentos suelen incluir un icono de advertencia: un triángulo rojo con un sol y una nube. Un símbolo pequeño, pero con un mensaje crucial.
Doctor José Padilla.
Lesiones que provoca la fotosensibilidad
La fotosensibilidad inducida por medicamentos puede presentarse de dos maneras: la reacción fototóxica y la fotoalérgica. La primera es más común y se asemeja a una quemadura solar. Afecta a las zonas de piel directamente expuestas al sol y suele desaparecer una semana después de interrumpir el tratamiento, aunque en algunos casos puede dejar una pigmentación residual durante meses.
La segunda, la reacción fotoalérgica, es menos frecuente pero más compleja. Se manifiesta como una dermatitis atópica, con erupciones, picor e inflamación, y su evolución depende de la respuesta inmunitaria de cada persona. Ambas pueden confundirse con otras patologías dermatológicas, de ahí la importancia de contar con un buen diagnóstico clínico, que en algunos casos se complementa con pruebas específicas como el fototest.
¿Cómo se trata una reacción de fotosensibilidad?
Las reacciones más leves pueden tratarse en casa, con lociones calmantes, hidratantes, compresas frías y evitando nuevas exposiciones al sol. Sin embargo, cuando la sintomatología es más intensa —dolor, inflamación, ampollas o lesiones exudativas— es necesario acudir al servicio de Urgencias.
En estos casos, los especialistas recurren a tratamientos tópicos con corticoides como la hidrocortisona o la betametasona, y en ocasiones a antiinflamatorios orales. Cuando las lesiones son húmedas o supurantes, se emplean soluciones astringentes como sulfato de cobre o permanganato potásico. Los corticoides sistémicos se reservan para situaciones graves o resistentes al tratamiento convencional.
Prevención: la mejor aliada
Uno de los datos que más sorprenden es que las personas con piel más pigmentada —habitualmente más resistentes al sol— pueden ser más susceptibles a sufrir reacciones de fotosensibilidad. Esto se debe a una mayor retención del medicamento en la piel, que actúa como potenciador del efecto fotosensible.
Por ello, la prevención se convierte en una herramienta clave. Las recomendaciones de los especialistas incluyen:
- Tomar los medicamentos por la noche, siempre que el tratamiento lo permita.
- Aplicar un protector solar de amplio espectro con FPS 50, renovándolo cada dos o tres horas.
- Evitar la exposición solar entre las 12:00 y las 17:00 horas.
- Vestir con ropa de tejido tupido, utilizar gorras, gafas de sol y evitar el uso de cabinas de bronceado.
- Seguir una dieta rica en antioxidantes (vitaminas A, C, E y B3), que ayuda a proteger las células cutáneas frente al daño solar.
El gran problema de estas reacciones es que, al principio, no presentan signos evidentes. La piel puede parecer normal hasta que, de repente, se enrojece, pica o se descama, sin que el paciente relacione el daño con su medicación. De ahí que muchos casos lleguen a Urgencias cuando la lesión ya está avanzada.
“El verano invita a estar al aire libre, pero debemos ser conscientes de que algunos tratamientos requieren precauciones adicionales. Una quemadura solar puede curarse, pero si está causada por un medicamento, el impacto puede ser mayor y más duradero”, concluye el doctor Padilla.
En plena temporada de sol y playa, el mejor consejo es sencillo: consultar siempre con el médico o farmacéutico, leer bien los prospectos y no bajar la guardia frente al sol. Porque, en ocasiones, una reacción inesperada puede esconderse tras el reflejo más brillante del verano.