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Las lesiones en el hombro son una de las lesiones más tediosas en el mundo del deporte y también a nivel general para las personas. Que le pregunten sino a Jude Bellingham, jugador del Real Madrid, y otros tantos individuos. La articulación es una de las más versátiles del cuerpo humano por todo lo que permite hacer con los brazos.

No obstante, también hay que decir que es una de las estructuras más expuestas a lesiones. Entre ellas, son comunes las dolencias en el manguito rotador del hombro, especialmente a partir de los 40 años o en personas sometidas a movimientos repetitivos por encima de la cabeza.

La mayoría de las lesiones del manguito rotador tienen un origen degenerativo, aunque también pueden deberse a traumatismos agudos o al sobreuso”, explica para Directivos y Empresas el doctor Pablo de la Cuadra, especialista en Traumatología Deportiva y Cirugía Reconstructiva del Hospital Ruber Internacional. El experto relata todo lo que hay que saber sobre sobre esta patología.

doctor Pablo de la Cuadra

Doctor Pablo de la Cuadra.

Factores de riesgo y diagnóstico en las lesiones en el manguito rotador del hombro

Para empezar, avisa de que factores como el tabaquismo, la diabetes, la obesidad o trabajos manuales muy exigentes aceleran esta la degeneración natural de la extremidad.

Las señales de alerta en el manguito rotador del hombro suelen aparecer de forma progresiva. El dolor nocturno, la pérdida de fuerza o la dificultad para levantar el brazo son síntomas típicos que, según el especialista, deben motivar una consulta médica. De la Cuadra subraya que el proceso diagnóstico combina varios elementos: historia clínica, exploración física y, especialmente, pruebas de imagen.

En este sentido, la resonancia magnética se ha consolidado como la herramienta fundamental para confirmar el tipo y la extensión de la rotura. Permite visualizar la calidad del tendón, la existencia de inflamación, retracción o atrofia muscular, y orientar de forma precisa el tratamiento. “El objetivo es identificar la lesión lo antes posible para evitar que progrese o se haga irreparable”, señala el traumatólogo.

Tratamientos que van más allá del quirófano

Aunque el imaginario colectivo asocia las lesiones del manguito rotador con el quirófano, la realidad es más matizada. “En muchos casos, los tratamientos conservadores —fisioterapia y fortalecimiento— logran excelentes resultados. La cirugía se reserva para roturas agudas, traumáticas, o cuando el tratamiento conservador fracasa”, recuerda el Dr. de la Cuadra.

La fisioterapia ocupa un papel central. No solo en la recuperación, sino también en la prevención y en la toma de decisiones clínicas. Los programas de rehabilitación, adaptados a cada paciente, buscan restaurar la movilidad, mejorar la fuerza del deltoides y del resto de músculos estabilizadores, y reducir el dolor. No existe un protocolo universal: el éxito depende de la personalización del tratamiento.

Además, la educación del paciente —comprender cómo y por qué se produjo la lesión, qué movimientos evitar y cómo fortalecer la articulación— es clave para evitar recaídas y, en muchos casos, puede evitar una intervención quirúrgica.

Cuando la mejor opción es la cirugía

En los casos más graves, cuando la degeneración del manguito rotador es irreversible o existe artrosis avanzada, la prótesis inversa de hombro se ha convertido en una de las soluciones más eficaces para recuperar la función articular.

Este tipo de prótesis, que ha transformado el abordaje quirúrgico en los últimos años, se basa en un concepto biomecánico distinto al de las prótesis convencionales: invierte la anatomía. El componente redondo se coloca en la escápula y la cavidad en el húmero, de modo que el deltoides —el músculo más potente del hombro— compensa la función perdida del manguito rotador.

“El diseño de esta prótesis permite que el deltoides asuma parte de la función perdida. Así, el paciente recupera la movilidad y reduce el dolor”, explica el especialista.

Las innovaciones tecnológicas han impulsado aún más su eficacia. La planificación preoperatoria en 3D facilita definir con exactitud el tamaño y la ubicación de los componentes. La navegación intraoperatoria y la realidad aumentada mejoran la precisión durante la intervención. Y los implantes sin vástago reducen la pérdida ósea, disminuyen las complicaciones y aceleran la recuperación.

Superada la cirugía, comienza un proceso igual de importante: la rehabilitación. La recuperación tras una prótesis inversa de hombro sigue un protocolo estructurado de unas 12 semanas, aunque siempre adaptado a la condición física y necesidades del paciente.

En las primeras fases predominan los ejercicios pasivos y activos-asistidos, enfocados a recuperar movilidad sin comprometer el implante. A medida que avanza la rehabilitación, se incorporan ejercicios de fortalecimiento del deltoides y de estabilización escapular. La movilización temprana —incluso desde el postoperatorio inmediato— es uno de los cambios más significativos respecto a la práctica tradicional. “Hoy sabemos que una movilización precoz acelera la recuperación sin aumentar las complicaciones”, apunta el Dr. de la Cuadra.