Mañana se celebra el Día Mundial sin Tabaco y en esta jornada, el mensaje que quieren lanzar los sanitario deja a las claras los efectos del tabaco para las personas: es la mayor amenaza para la salud. Las cifras que rodean a las muertes relacionadas con el humo son también muy claras, pues más de 50.000 personas fallecen cada año por esta sustancia.
No se trata de una pandemia nueva, sino de una epidemia silenciosa, persistente y profundamente arraigada en nuestra sociedad. Así lo recuerdan para Directivos y Empresas los profesionales de los hospitales Quirónsalud en Andalucía —Sagrado Corazón, Infanta Luisa y Materno-Infantil en Sevilla; Córdoba; Campo de Gibraltar; Málaga, Marbella y Huelva.
También se insiste en que pese a décadas de campañas, el número de fumadores en España continúa siendo alarmante. Según el doctor Luis Manuel Entrenas, jefe del servicio de Neumología en Quirónsalud Córdoba, “el 24 % de los hombres y el 17 % de las mujeres fuman a diario, y cuatro de cada diez adolescentes ya han probado el tabaco”. A esto se suma un fenómeno creciente: el auge de los cigarrillos electrónicos y dispositivos de vapeo.
Los datos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) son demoledores: el 36 % de los españoles mayores de 16 años fuman y se consumen en el mundo 15.000 millones de cigarrillos diarios. La EPOC, directamente vinculada al tabaco, provoca la muerte de 49 personas cada día solo en España, según el doctor Domingo García Aguilar, del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa.
El espejismo del vapeo: tan peligroso como el tabaco tradicional
“Muchos jóvenes piensan que vapear no es perjudicial, pero la evidencia médica desmiente esa creencia”, advierte Entrenas. El 48 % de los adolescentes españoles consume cigarrillos electrónicos, a menudo bajo la falsa idea de que son inofensivos. Sin embargo, estos productos pueden provocar enfermedades pulmonares como la lesión pulmonar asociada al vapeo (Evali) y afectar gravemente al sistema inmunológico.
“El vapeo no es un trampolín para dejar de fumar, es simplemente una nueva forma de dependencia”, sostiene el doctor José María Ignacio, neumólogo en Quirónsalud Marbella y Campo de Gibraltar. Según el especialista, este hábito puede empeorar enfermedades respiratorias como el asma: “El vapor de estos dispositivos produce el cierre del bronquio, agravando los síntomas en pacientes asmáticos”.
La idea de que estos dispositivos electrónicos son una herramienta eficaz para dejar el tabaco carece de fundamento científico sólido. “No están reconocidos como método terapéutico para la abstinencia”, añaden los expertos, lo que hace aún más urgente una campaña informativa clara y contundente.
El tabaco, origen de múltiples enfermedades: un efecto nocivo trasversal en la salud
Además del cáncer de pulmón, del que es responsable de más del 85 % de los casos, el tabaco provoca enfermedades graves como la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), bronquitis crónica y exacerbaciones del asma. “En Quirónsalud Málaga trabajamos en la prevención y el diagnóstico precoz, y recientemente hemos incorporado la técnica de ecobroncoscopia (EBUS) para detectar y estadificar enfermedades pulmonares con máxima precisión y mínima invasividad”, explica el doctor José Daniel Alcázar, jefe del servicio de Neumología del centro.
Paciente fumador con cáncer de pulmón.
Los efectos del tabaco también se reflejan en el rostro. “Produce manchas, arrugas prematuras, deshidratación cutánea y pérdida de elasticidad”, indica la dermatóloga Carolina Vila, del Hospital Quirónsalud Huelva. Además, en personas fumadoras, la piel cicatriza peor, lo que incrementa los riesgos postoperatorios, especialmente en pacientes con úlceras crónicas o heridas en extremidades.
Dejar de fumar y el efecto inmediato en el organismo
Abandonar el tabaco es una de las decisiones con mayor impacto en la salud. Según el doctor Jesús Peñas del Bustillo, jefe de Neumología en el Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón, “desde los primeros días sin fumar, el cuerpo inicia una limpieza natural: se eliminan toxinas y mucosidad, se respira mejor y se reducen síntomas como la tos y la dificultad para respirar”.
Con el tiempo, se fortalece el sistema inmunológico y disminuye el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas. “Es un proceso de recuperación real y medible”, apunta Peñas del Bustillo, que anima a las personas fumadoras a buscar ayuda profesional para dejar el hábito.