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La alimentación no es solo una cuestión de hábitos; en muchos casos, constituye un pilar terapéutico decisivo. De este modo, parte del éxito de un tratamiento nace de la forma en la que nos alimentamos, especialmente cuando padecemos enfermedades endocrinas como es el caso de la diabetes, el hiper e hipotiroidismo o el síndrome de ovario poliquístico.

Científicamente comprobada la relación entre la alimentación como arma terapéutica, Servicio de Nutrición del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón ha puesto en marcha un innovador programa de acompañamiento nutricional dirigido a pacientes con enfermedades endocrinas, con el propósito de mejorar su evolución clínica y reforzar los resultados del tratamiento médico prescrito.

El objetivo es claro: garantizar un seguimiento regular, accesible y personalizado que permita consolidar la adherencia terapéutica y aportar herramientas prácticas para el manejo integral de patologías como obesidad, diabetes, dislipemias u otras en las que la nutrición desempeña un papel determinante. El programa sigue la filosofía de la medicina del futuro, es decir, personalizada, multidisciplinar y centrada en el paciente.

Un enfoque estratégico para abordar enfermedades endocrinas y la obesidad

En un contexto en el que la obesidad y la diabetes han alcanzado cifras de epidemia global, iniciativas como esta adquieren una relevancia estratégica. Así que dada su importancia, el centro sevillano ha pensado en cada detalle a la hora de estructurar el programa.

“Diseñar un plan nutricional específico y adaptado es clave para el éxito de cualquier tratamiento endocrinológico”, afirma Felipe Del Valle, coordinador del Servicio de Nutrición del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón y del Centro de Excelencia en el Tratamiento de la Obesidad.

En su análisis para Directivos y Empresas, el experto explica que el programa se estructura en seis consultas periódicas. En cada una de ellas se realiza una bioimpedanciometría —prueba que permite analizar la composición corporal—, se ajusta la dieta a las necesidades del paciente y se refuerzan recomendaciones de hábitos saludables. Todo ello bajo un enfoque estrechamente vinculado al tratamiento médico que cada paciente tiene pautado.

Felipe del Valle, nutricionista obesidadLa nutrición como aliada del tratamiento

El especialista insiste en que el estado nutricional del paciente incide directamente en su pronóstico. “El exceso de grasa visceral empeora la resistencia a la insulina, el control glucémico, el riesgo cardiovascular y las complicaciones metabólicas. Y la pérdida de masa muscular disminuye el gasto energético y la capacidad funcional. Mantener un buen estado nutricional no solo mejora la respuesta al tratamiento, sino que también incrementa la calidad de vida del paciente”, detalla.

En el caso de la obesidad, la evidencia es clara: una reducción del 5–10 % del peso corporal se asocia con mejoras significativas en glucemia, perfil lipídico, presión arterial y riesgo cardiovascular. La dieta adecuada, además, juega un papel fundamental en otras patologías endocrinas: en la diabetes tipo 2 puede favorecer la remisión en fases iniciales; en las dislipemias contribuye a mejorar el perfil de lípidos en sangre; y en el hipotiroidismo ayuda a controlar el peso y a reforzar el bienestar general.

Todo eso ha de ser entendido claramente por los pacientes, de tal modo que uno de los grandes objetivos que se han marcado desde el hospital andaluz se basa en la educación nutricional. “Cuando el paciente entiende el porqué de cada indicación, aprende a identificar mitos alimentarios y logra adaptar la dieta a su estilo de vida, la aceptación del tratamiento aumenta y los cambios se vuelven sostenibles en el tiempo”, explica Del Valle.

Evitar errores comunes

Visto desde el otro punto de vista, el programa tratará de evitar los grandes errores que cometen los pacientes con enfermedades endocrinas al tratar de modificar su alimentación. Entre los errores más habituales, señala el especialista, se encuentran la falta de continuidad en los tratamientos, los ajustes de raciones sin supervisión, la adopción de dietas restrictivas sin equilibrio nutricional, el uso de productos “milagro” o el abandono del plan en cuanto se observa una mínima mejoría.

“Es en estas situaciones donde un seguimiento cercano marca la diferencia: ayuda a resolver dudas, evitar riesgos de descompensación y tomar decisiones fundamentadas”, concluye Del Valle.