España sigue conviviendo con una realidad social que golpea con fuerza a miles de familias: la precariedad alimentaria. A pesar de la recuperación económica de los últimos años, más de 12,5 millones de personas —el 25,8 % de la población— seguían en 2024 en riesgo de pobreza o exclusión social, según el informe El estado de la pobreza 2024 elaborado por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN-ES). Una cifra que, aunque ligeramente inferior al año anterior, no consigue borrar el impacto estructural de la crisis de 2008.
Ante este panorama, la solidaridad se convierte en una necesidad urgente. La Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL), en colaboración con la Fundación ”la Caixa” y CaixaBank, lanza este 2025 la sexta edición de la campaña Ningún hogar sin alimentos, una de las iniciativas solidarias de mayor alcance en el país. Desde su nacimiento en 2020, ha logrado repartir más de 10.000 toneladas de alimentos básicos gracias a los más de 11 millones de euros recaudados en donaciones ciudadanas y empresariales.
El próximo 2 de junio arranca la nueva edición de la campaña ante la que los organizadores mantienen que “es el momento de demostrar que la solidaridad no es una moda, sino una seña de identidad”. La Fundación ”la Caixa” ha puesto en marcha múltiples canales para facilitar la participación ciudadana: desde el sitio web www.ningunhogarsinalimentos.org hasta donaciones vía Bizum al número 38014, así como a través de la app de CaixaBank o su red de oficinas. “Queremos que donar sea algo tan sencillo como enviar un mensaje”, señala Josep Parareda, director de Acción Social de CaixaBank.
Más allá de las cifras: la cara oculta de la precariedad alimentaria
“La precariedad alimentaria ya no es sinónimo exclusivo de desempleo. Cada vez más familias, a pesar de tener un trabajo, no logran garantizar una alimentación digna en sus hogares”, alerta Pedro Llorca, presidente de FESBAL. Esta “precariedad invisible” afecta a hogares que deben elegir entre pagar una factura o llenar la nevera, y para quienes los bancos de alimentos se han convertido en una tabla de salvación.
En 2024, la campaña logró recaudar más de 1,7 millones de euros, el equivalente a 1.548 toneladas de productos esenciales, distribuidos a través de los 54 bancos de alimentos integrados en la FESBAL y sus más de 6.400 entidades sociales colaboradoras. Este año, la sexta edición arranca con una nueva aportación de un millón de euros por parte de la Fundación ”la Caixa”, demostrando su compromiso continuo con los más vulnerables.
“Las dificultades para llegar a fin de mes afectan cada vez a más personas. Esta campaña nos permite impulsar la acción colectiva y mitigar la cronificación de la pobreza alimentaria en nuestro país”, destaca Marc Simón, subdirector general de la Fundación ”la Caixa”. En un momento en el que los datos económicos pueden dar la impresión de mejora, esta iniciativa se convierte en un recordatorio de que aún queda mucho por hacer.
Un compromiso de largo recorrido: una campaña nacida en plena pandemia
La iniciativa Ningún hogar sin alimentos nació en plena pandemia, cuando millones de familias vieron agravada su situación económica. Lo que comenzó como una respuesta de urgencia se ha convertido en un proyecto estable, que evoluciona con el tiempo y con las necesidades sociales.
Gracias a esta colaboración público-privada, la red de bancos de alimentos ha podido reforzar su capacidad logística y de respuesta, incrementando su cobertura a colectivos especialmente vulnerables como menores, personas mayores en situación de soledad, y familias monoparentales.
“Sin la colaboración de empresas, instituciones y particulares, esta campaña no tendría el impacto que ha logrado en los últimos años”, asegura Llorca. La implicación de la sociedad civil no solo permite alimentar a miles de familias cada día, sino que también visibiliza una problemática que, si bien silenciada, afecta de forma estructural al país.
Desde los inicios de la campaña en 2020, las donaciones individuales han sido clave. Cada aportación, por pequeña que sea, permite sumar y contribuir a un fondo común que se traduce en alimentos, pero también en esperanza y dignidad para quienes más lo necesitan.
La pobreza alimentaria, un desafío colectivo
España, como miembro de la Unión Europea, se ha comprometido con los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030. Uno de ellos, el fin del hambre, está todavía lejos de alcanzarse. Iniciativas como Ningún hogar sin alimentos son más necesarias que nunca para actuar sobre el terreno y garantizar que ningún hogar quede atrás.
El reto no es solo paliar la necesidad inmediata, sino también romper el círculo de la exclusión alimentaria mediante un enfoque que combine emergencia, educación y empleo. En este sentido, FESBAL ya colabora con entidades sociales para proporcionar no solo alimentos, sino también acompañamiento y programas formativos que permitan a las familias recuperar su autonomía.