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El sector de la Defensa y al mundo militar son, quizás, los ámbitos más jerarquizados que existen, pero no por ello se puede extraer lecciones muy valiosas para aplicar en el liderazgo empresarial. Una charla de la consultora PROA Comunicación con Ignacio Gabaldón, Exdirector del Departamento de Liderazgo de la Escuela de Guerra del Ejército de Tierra y cofundador de Talentum Evolution resulta de lo más interesante para los responsables de las empresas de hoy, dentro de un contexto de cambio constante.

El protagonista no solo ha liderado en escenarios extremos. También ha formado a quienes lideran en entornos de alta presión, tanto dentro del Ejército como en la empresa. Gabaldón ha dedicado su carrera a entender y transmitir el liderazgo como un arte que se entrena, no como un don que se hereda.

Sus reflexiones definen lo que significa un liderazgo basado en la confianza, en el que el propósito es la clave para dirigir organizaciones en entornos cambiantes.

El liderazgo según Ignacio Gabaldón

Para Gabaldón, el liderazgo no es cuestión de jerarquía sino de influencia, y el principal activo no está en los títulos ni en las métricas, sino en aquello que no se puede medir fácilmente: la confianza, el compromiso, el propósito.

“El liderazgo es el arte de manejar intangibles para lograr resultados tangibles”, resume con precisión militar.

Esta idea desafía el viejo modelo del líder aislado en su despacho. Hoy, sostiene, el líder no es “el mejor del equipo, sino el mejor para el equipo”. Esa sutil diferencia marca el paso de un liderazgo de control a uno de servicio. Y ahí empieza la transformación.

liderazgoLiderazgo militar aplicado a la empresa

La experiencia de Gabaldón en operaciones militares le ha dado una visión radical del impacto que pueden tener las decisiones. En su mundo, una mala cadena de mando puede terminar con “féretros cubiertos por la bandera de España”. Pero lejos de alejarlo del entorno civil, esa experiencia lo ha acercado a las empresas, donde los errores también tienen consecuencias humanas profundas: despidos, frustración, pérdida de talento.

Por eso, para él, las diferencias entre el liderazgo militar y el empresarial son menores de lo que parecen. En ambos casos se trata de gestionar la incertidumbre, actuar con sentido, tomar decisiones sin tener toda la información y mantener a los equipos cohesionados en medio del caos.

“Liderar personas y gestionar recursos son dos dimensiones diferentes. Pero solo cobran sentido cuando se alinean con un propósito y unos valores claros”.

La confianza no es un bonus, es el motor

Gabaldón insiste en que sin confianza no hay equipo, y sin equipo no hay liderazgo. Pero esa confianza no se decreta desde la alta dirección: se construye en los pasillos, en los cafés compartidos, en los detalles.

“La comunicación no es un canal, es una actitud”, afirma. Y esa actitud se cultiva preguntando por la familia, escuchando activamente, reconociendo logros, mostrando vulnerabilidad.

Aquí el liderazgo se convierte en una práctica cotidiana, no en una técnica de manual. Un buen líder, dice, no es el que tiene todas las respuestas, sino el que se atreve a hacer las preguntas correctas: ¿Cómo puedo ayudarte?

Uno de los conceptos más repetidos en los discursos empresariales es también uno de los menos entendidos: el propósito. Gabaldón lo tiene claro: muchas empresas lo exhiben, pocas lo viven.

“El propósito debe bajar del frontispicio al día a día”, sentencia. Y cuando eso ocurre, la gente no solo trabaja: confía. Y esa coherencia genera una cultura de compromiso que ningún bonus puede comprar.

¿Está el tejido empresarial español preparado?

Su diagnóstico es optimista, pero realista. Hay avances, sobre todo en mandos intermedios y entornos de startups o consultoría. Pero falta que ese cambio permee las estructuras tradicionales y se traduzca en culturas organizativas que premien la confianza y la iniciativa, no el miedo al error.

Gabaldón cierra el encuentro con PROA con un mensaje claro para quienes asumen su primer equipo: “que no tengan miedo a equivocarse. Que se atrevan a mostrar vulnerabilidad. Que escuchen. Y que confíen. La confianza no es un resultado del liderazgo, es su punto de partida”. El liderazgo no se impone: se gana cada día.