2012, ¿el año perdido?

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Alberto Navarro, Director General de Selfbank

Si echamos la vista atrás y nos situamos en enero de 2012, vemos cómo comenzábamos el año con un Ibex 35 cotizando en torno a los 8.400 y una prima de riesgo en los 320 puntos básicos.  A pocos días de cerrarlo, nuestro selectivo ronda los 8.160 mientras que la prima de riesgo se relaja por debajo de los 400 puntos. A simple vista, poco o nada parece haber cambiado en estos 12 meses. Pero como suele decirse, las apariencias engañan. Nada más lejos de la realidad.

 

Sin duda los reyes del 2012 han sido la volatilidad y las incertidumbres. Muchos hubieran firmado en algunos momentos  del año por un cierre como el que parecemos que vamos a disfrutar. Y es que recordemos que en  julio, sin ir más lejos, las cosas no pintaban nada bien en nuestro mercado, con un Ibex que perdía el nivel de los 6.000 puntos y una prima que se disparaba hasta los 638.

 

El año ha transcurrido entre titánicos esfuerzos para salvar el euro, rumores de rescate a España y sucesivas intervenciones de los Bancos Centrales formando equipo para dar soporte a la economía.  Ardua ha sido la tarea de estos últimos, que han tenido que sacar de su chistera sus mejores trucos para impedir un colapso de los mercados.

 

En nuestro país los inversores han incorporado a su lenguaje del día a día palabras y términos que hace algunos meses no habían ni soñado con utilizar, y no sin antes tener que buscar en diccionarios económicos el  significado de muchos de ellos: deuda esterilizada, prima de riesgo, CDSs, facilidad de depósito, subastas de liquidez…. A las referencias que tradicionalmente siempre se han tenido en cuenta como catalizadores del mercado hemos incorporado este año una nueva cita:  la apretada agenda de emisiones de deuda del Tesoro español. Cada una de ellas se ha seguido con minuciosidad por analistas, expertos, inversores y medios de comunicación. Muchas veces han marcado un antes y un después en la sesión, han movido índices y han influido en los mercados de deuda.

 

El 18 de diciembre asistíamos a la última subasta de 2012, el punto final en esta larga carrera de obstáculos que ha sido este año. Podríamos decir que el “Reto 2012” se ha superado con éxito, sin que esta última subasta haya sido una excepción. Y no es por quitarle mérito, pero lo cierto es que no se presentaban respecto a la misma muchas complicaciones: plazos muy  cortos (letras a 3 y 6 meses) y un volumen no muy ambicioso (entre 2.500 y 3.500 Mn€).  La demanda ha sido fuerte y los costes de financiación vuelven a reducirse (desde el 1,254% al 1,195% en las Letras a 3 meses y desde el 1,669% al 1,609% en el tramo de 6 meses). Nada que reprochar. Un bonito broche para adornar el ejercicio.

 

A partir de ahora, cerramos el capítulo del año 2012 y nos preparamos para abrir el de 2013, que se presenta no menos complicado: unas necesidades de financiación récord (en torno a los 230.000 Mn€ y por encima de los 224.000 Mn€ del 2009) y con la prima de riesgo partiendo de los 400 puntos básicos (en 2012 comenzó en 320 puntos). Si la pregunta es si el Tesoro conseguirá un nuevo aprobado el  próximo año, la respuesta será que “posiblemente sí”.  Eso sí, más dudas existen respecto al coste que tendrá que pagar por ello. Recordemos que este año las tensiones en el mercado de deuda se han traducido en un pago adicional de 10.000 Mn€ respecto al 2011 y podría seguirse la misma tendencia en 2013, si una rebaja de tipos o la intervención del BCE no lo remedia.

 

Así, pondremos el pie en 2013 con algunos de los principales lastres del 2012 sin resolver.  ¿Será 2013 la fecha (varias veces pospuesta) en la que la economía dejará a un lado las muletas y comenzará a andar por su propio pie? ¿Continuarán todos los países dentro del euro? ¿Pedirá España el tan discutido rescate?

 

Parémonos un instante en la última pregunta. Aún sigue siendo de ardiente debate si España tendrá que agarrarse a la mano que la tendió en septiembre el BCE o si continuará con las manos metidas en los bolsillos. Unos dicen que sí, otros dicen que no. Aunque tal vez la balanza se inclina más hacia los primeros y coherentes parecen  las razones que esgrimen. Cierto es que respiramos con alivio cuando vemos la prima de riesgo en 400 puntos y el bono a 10 años en el 5,3%, después de haber tocado el infierno con la punta de los dedos viendo el bono en el 7,5% y la prima en 638 puntos. Pero seguro que muy pocos recuerdan que en abril de 2010 la prima rondaba los 130 puntos básicos. Algo que hoy nos parece un sueño.

 

Se nos antoja a priori una tarea difícil seguir financiándonos con tipos por encima del 4%.  La fórmula para reducir el elevado nivel déficit y cumplir con los objetivos marcados por Bruselas parece sencilla: incrementar los ingresos y/o reducir los gastos. Por el momento las autoridades monetarias se han centrado en la segunda, sin que el crecimiento de la economía parezca en estos momentos estar cercano a convertirse en una realidad. Y los elevados costes de financiación no son ni mucho menos una ayuda a la hora de conseguir el objetivo.

 

Pagar más por la deuda implica que para llegar al mismo punto de equilibrio hay que hacer más recortes de gastos o conseguir un mayor crecimiento de los ingresos, dos tareas tremendamente complicadas en el entorno actual. Siendo así, parece que solo quedaría una opción: que los costes de dicha financiación se relajaran, y de nuevo volvemos aquí al punto de partida: sin rescate posiblemente no se consiga.

 

En caso de que la solicitud de ayuda no llegue, los pronósticos hablan de un 2013 también dominado por la volatilidad y en el que el Tesoro volverá a centrarse en los plazos de deuda más cortos. Las plazos más largos han sido el verdadero caballo de batalla este año para el Gobierno y hoy por hoy los inversores siguen mirando con escepticismo aquellas emisiones que superan los 5 años.

 

Y el problema no se queda aquí: si el Tesoro no consigue financiación en condiciones favorable, difícil lo tendrán las empresas que acudan a los mercados a pedir dinero. Y con un mercado de crédito cerrado a la financiación de nuestras compañías, más lejos se sitúa el objetivo de que la economía remonte el vuelo.

 

Sea como sea, parece que la solución al problema no la veremos en 2012. Habrá que esperar al 2013,  mientras confiamos en que eso del 13 sea solo un tema de supersticiosos.  Pero por si acaso, tocamos madera.

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