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La Inteligencia Artificial redefinirá el empleo global: de la disrupción a la oportunidad

transformación del empleo por la inteligencia artificial

La inteligencia artificial (IA) está reconfigurando el mapa del trabajo a una velocidad sin precedentes. Lo que comenzó como una revolución tecnológica centrada en la automatización se ha convertido en un fenómeno global con profundas implicaciones económicas, sociales y culturales. Según las estimaciones más recientes del Foro Económico Mundial, la IA podría crear hasta 78 millones de empleos netos en el mundo para 2030. Sin embargo, el impacto real de esta transformación dependerá de un factor clave: el acceso equitativo a la tecnología y la formación digital.

El futuro del empleo: más creación que destrucción

Diversas instituciones internacionales, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o el informe Future of Jobs, coinciden en que el auge de la inteligencia artificial no significará necesariamente la desaparición masiva de puestos de trabajo. Más bien, supondrá un cambio profundo en las competencias requeridas y en la manera de abordar las tareas diarias.

Según estas proyecciones, hasta el 22% de los empleos actuales sufrirá disrupciones significativas, mientras que 92 millones de puestos podrían ser desplazados y se crearían alrededor de 170 millones nuevos, configurando un saldo positivo. Sin embargo, ese crecimiento no estará exento de desafíos: la falta de acceso a infraestructuras digitales y a la formación tecnológica amenaza con ampliar la brecha de desigualdad entre regiones.

El conocimiento de las nuevas herramientas, saber cómo implementarlas y ser conscientes de que son las personas quienes usan la IA como copiloto, son los factores más importantes si queremos una transición adecuada”, explica Enric Quintero, CEO de Datarmony, consultora especializada en inteligencia artificial y análisis de datos.

La brecha digital: el desafío invisible

La llamada “brecha de la IA” es el nuevo gran reto global. No basta con disponer de conexión a internet o equipos tecnológicos; la verdadera brecha radica en el conocimiento y la capacidad de uso de la tecnología. Enric Quintero lo resume con claridad: “Del mismo modo que nos propusimos cerrar la brecha de acceso a internet, ahora debemos centrarnos en cerrar la brecha de la inteligencia artificial”.

Para el CEO de Datarmony, la desigualdad tecnológica no solo afecta a países en desarrollo. También dentro de economías avanzadas existen diferencias marcadas entre sectores y compañías. “No podemos permitir que solo una minoría tenga acceso a las tecnologías de IA. La clave es democratizar el conocimiento y asegurar que cualquier profesional, sin importar su sector, sepa utilizar las herramientas disponibles”, subraya.

La transformación del empleo por la inteligencia artificial es un hecho que ya está constatado por muchos y diversos estudios.

Transformar, no destruir: la IA como catalizador de productividad

Lejos de ser una amenaza, la inteligencia artificial está llamada a transformar la manera en que se trabaja. Automatizar procesos, analizar grandes volúmenes de datos o generar contenido en tiempo real son solo algunas de las aplicaciones que ya están redefiniendo el día a día en las empresas.

Quintero ilustra este potencial con un caso concreto desarrollado por Datarmony: Recuerdo Activo, una herramienta que convierte una simple nota de voz en un ebook colaborativo que resume lo tratado en una reunión o proyecto. “La dinámica se mantiene, pero se ahorra mucho tiempo en recopilar y estructurar información esencial”, señala.

Este ejemplo evidencia un cambio de paradigma: la IA no sustituye al talento humano, sino que lo amplifica, liberando tiempo para la creatividad, la toma de decisiones y el pensamiento estratégico.

La IA puede generar hasta 78 millones de empleos netos para 2030, pero el gran reto será cerrar la brecha digital.

IA generativa: la revolución silenciosa

Si la IA predictiva ha permitido a las empresas anticipar comportamientos o tendencias, la IA generativa está marcando un antes y un después en la forma de crear. Según la Organización Internacional del Trabajo, el 25% de los empleos globales ya están expuestos a esta tecnología, que no solo automatiza tareas, sino que colabora activamente en procesos creativos y de comunicación.

Enric Quintero compara este fenómeno con la irrupción de internet: “Aunque sea de forma subyacente y sutil, la IA ya está integrada en los procesos. Su facilidad de uso hace que nos acostumbremos rápidamente a trabajar con ella. Hoy, prácticamente ningún oficio puede concebirse sin inteligencia artificial, del mismo modo que ya no podemos imaginarlo sin conexión a internet”.

El nuevo contrato entre humanos y máquinas

El avance de la IA plantea una cuestión cultural y ética: cómo redefinir el papel del ser humano en un entorno dominado por algoritmos. Para Datarmony, el secreto está en equilibrar tecnología y humanidad. “La IA es una herramienta poderosa, pero sigue necesitando criterio, contexto y propósito humano. El liderazgo del futuro será híbrido: racional gracias a los datos, pero empático gracias a las personas”, apunta Quintero.

En este sentido, la transición hacia un nuevo modelo de empleo no pasa por reemplazar trabajadores, sino por reentrenar y reorientar habilidades. Competencias como la adaptabilidad, la curiosidad o la capacidad de aprendizaje continuo serán las más valoradas. La “alfabetización en IA” —entender cómo funcionan los algoritmos, sus sesgos y sus limitaciones— se convertirá en una habilidad esencial en todos los sectores.

Inteligencia artificial y ética: el papel del factor humano

A medida que las empresas integran IA en sus procesos, surgen preguntas sobre su uso responsable. ¿Cómo garantizar la transparencia de los algoritmos? ¿Quién asume la responsabilidad en caso de errores o sesgos? En Datarmony lo tienen claro: el factor humano debe seguir en el centro de la toma de decisiones.

La compañía promueve un modelo en el que la tecnología potencia, pero no sustituye, el juicio humano. Creamos IA y potenciamos el equipo humano al mismo tiempo, contribuyendo al crecimiento ético y sostenible de las organizaciones”, explican desde su equipo. Esta filosofía refuerza la idea de que el éxito de la transformación digital no se mide solo en términos de eficiencia, sino también de confianza y propósito.

Hacia una economía impulsada por datos y personas

El papel de consultoras como Datarmony es clave para que las empresas afronten esta nueva era con garantías. Su enfoque “data-driven” se basa en convertir los datos en conocimiento y en capacitar a los equipos para que entiendan el valor real de la inteligencia artificial en su día a día.

En un escenario en el que la automatización avanza a gran velocidad, las organizaciones que mejor integren IA en su cultura empresarial serán las que lideren la próxima década. Pero, como recuerda Quintero, “la innovación solo será sostenible si se apoya en la inclusión y en la formación continua de las personas”.

la innovación solo será sostenible si se apoya en la inclusión y en la formación continua de las personas” – Enric Quintero, CEO de Datarmony

Una oportunidad histórica

La inteligencia artificial está redefiniendo el concepto mismo de trabajo, pero su éxito dependerá de cómo las sociedades gestionen la transición. Si la IA se convierte en una herramienta universal —accesible, comprensible y ética—, 2030 podría ser recordado como el inicio de una nueva era de prosperidad laboral. Si no se logra cerrar la brecha digital, el riesgo será perpetuar la desigualdad entre quienes dominan la tecnología y quienes quedan fuera de ella.

En palabras de Enric Quintero:

“Aunque la IA transforme todo a su paso, el verdadero progreso seguirá dependiendo de las personas. Ellas son, y seguirán siendo, el centro de la innovación”.

El éxito de la IA en las empresas  dependerá de cerrar la brecha digital y garantizar un acceso equitativo a la tecnología y la formación.

Una transición adecuada, centrada en la adaptación de habilidades y la inclusión, es crucial para que la IA contribuya a una nueva era de prosperidad laboral, donde el ser humano siga siendo el eje de la innovación.

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