La exposición al sol, tan habitual como necesaria en nuestra vida diaria, puede transformarse en un serio problema de salud para algunas personas. La urticaria solar es una enfermedad dermatológica rara pero debilitante, que convierte la luz, natural o artificial, en un agente desencadenante de síntomas físicos severos como picor, enrojecimiento y ronchas, afectando no solo la salud de la piel, sino también el bienestar emocional y la vida profesional de quienes la padecen.
Según explica el doctor Ignacio García Núñez, jefe del servicio de Alergología de los hospitales Quirónsalud Córdoba y Campo de Gibraltar, se trata de una forma de urticaria física provocada por una reacción anómala de la piel a la radiación ultravioleta (UV), la luz visible e incluso a determinadas fuentes de luz artificial.

Doctor Ignacio García Núñez, jefe del servicio de Alergología de los hospitales Quirónsalud Córdoba y Campo de Gibraltar
Una enfermedad limitante en un mundo iluminado
Las manifestaciones clínicas de esta patología pueden aparecer apenas unos minutos después de la exposición solar, generando lesiones cutáneas en forma de habones (ronchas), acompañadas de picor intenso, ardor y enrojecimiento. Aunque los síntomas suelen desaparecer en menos de 24 horas, su aparición recurrente puede interferir gravemente en la vida diaria, desde la realización de actividades al aire libre hasta el desempeño laboral en entornos con iluminación artificial intensa.
“Lo paradójico es que las zonas más afectadas son aquellas que normalmente no están expuestas al sol, como el tronco o las piernas, mientras que la cara, manos o pies presentan menor afectación”, indica el Dr. García Núñez, subrayando la complejidad diagnóstica del trastorno, que además puede coexistir con otros tipos de urticaria física.
El impacto emocional y laboral de una enfermedad poco visible
La urticaria solar no solo produce daño físico. Al tratarse de una enfermedad crónica, su impacto psicológico es notable. La incertidumbre ante la aparición de síntomas, la limitación de actividades sociales y la evitación constante del sol pueden desembocar en cuadros de ansiedad, estrés y aislamiento social. En el entorno empresarial, el diagnóstico puede traducirse en bajas laborales, disminución de la productividad e incluso dificultad de adaptación en determinados puestos de trabajo.
Este impacto multidimensional convierte a la urticaria solar en una condición que requiere un enfoque clínico integral y, también, una mayor visibilidad pública. Como afirma el Dr. García Núñez: “No es un mito, sino una realidad que merece empatía, divulgación y un abordaje médico riguroso”.
Tratamientos disponibles: entre la prevención y la innovación
Evitar el sol puede parecer una solución simple, pero en la práctica es difícilmente viable. “Caminar por la sombra no es suficiente. Es necesario aplicar protectores solares con un factor de protección muy alto, tomar antihistamínicos y, en los casos más graves, recurrir a terapias con anticuerpos monoclonales”, explica el especialista.
Una vía terapéutica prometedora es el uso de antioxidantes, que pueden reducir la inflamación, proteger la barrera cutánea y neutralizar los radicales libres. Estos últimos son responsables del daño celular que, en personas con urticaria solar, desencadena la reacción inmunológica anómala.
El mito del “callo solar”: un riesgo para la salud pública
El especialista también advierte sobre una peligrosa tendencia promovida en redes sociales: el llamado “callo solar”. Esta práctica propone exponerse progresivamente al sol sin protección con el objetivo de “acostumbrar” la piel. “Es una irresponsabilidad que puede derivar en quemaduras, envejecimiento prematuro e incluso cáncer de piel”, subraya el doctor García Núñez, alertando de los peligros de la desinformación sanitaria en internet.
Una oportunidad para el entorno corporativo: salud preventiva y bienestar laboral
Desde una perspectiva empresarial, comprender el impacto de enfermedades dermatológicas como la urticaria solar es clave para mejorar las políticas de salud laboral y bienestar de los empleados. La incorporación de medidas de protección en espacios de trabajo, el fomento de revisiones dermatológicas y la inclusión de tratamientos innovadores en pólizas de salud corporativas pueden marcar la diferencia para los empleados afectados.
La educación en salud fotodermatológica y la adaptación de entornos laborales con iluminación no agresiva se presentan como acciones efectivas para prevenir reacciones y mejorar la calidad de vida de los pacientes en sus puestos de trabajo.
La respuesta del sistema sanitario: innovación y liderazgo
El Grupo Hospitalario Quirónsalud, líder en sanidad privada en España y Europa, está en la vanguardia del tratamiento de esta patología, apostando por la combinación de tecnología de última generación, investigación clínica y equipos multidisciplinares especializados.
En Andalucía, donde se ubican ocho de sus centros hospitalarios y 18 centros médicos de diagnóstico, el abordaje de enfermedades raras o infradiagnosticadas como la urticaria solar forma parte del compromiso del grupo con una atención sanitaria centrada en el paciente.
Visibilizar lo invisible
La urticaria solar es un desafío médico, emocional y social. Su baja prevalencia y la falta de conocimiento general hacen que muchos pacientes vivan con incomprensión e incluso con diagnósticos erróneos durante años.
Desde el ámbito clínico, comunicativo y empresarial, es necesario romper ese silencio.
Solo a través de la divulgación rigurosa, la inversión en investigación y la empatía social podremos ofrecer respuestas reales a quienes viven en una lucha constante contra el sol.