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Una exploración indolora y nada invasiva para detectar la enfermedad por hígado graso

FibroScan para detectar higado graso

La enfermedad por hígado graso en sus fases iniciales no tiene una sintomatología muy visible, sin embargo si no se trata a tiempo, esta patología puede derivar complicaciones como la fibrosis o incluso el cáncer hepático. Así que, esta acumulación de grasa en el hígado tiene solución si se detecta y se trata a tiempo.

Un modelo diagnóstico muy innovador y no invasivo para el hígado graso

Desde el punto de vista diagnóstico, distintos análisis médicos y ecografías han servido tradicionalmente para detectar muchos casos de esta enfermedad. Pero si se quiere ser más preciso, la prueba más definitiva consiste en la realización de una biopsia hepática, un procedimiento que implica la extracción de una muestra de tejido, con todas las molestias e implicaciones que esto tiene para los pacientes.

Frente a ello, hay alternativas más novedosas como la que ha incorporado el Ruber Internacional Centro Médico Habana, en Madrid. Se trata de un sistema basado en la tecnología FibroScan que permite evaluar la rigidez y el contenido graso del hígado de forma no invasiva, rápida y precisa.

Este equipo diagnóstico utiliza ondas elásticas y ultrasonidos para medir la rigidez del tejido hepático, lo que permite estimar el grado de fibrosis (endurecimiento del hígado) y el nivel de acumulación de grasa (esteatosis). En apenas unos minutos, el paciente obtiene un informe detallado sobre el estado de su hígado, sin necesidad de anestesia ni hospitalización.

Diagnóstico rápido, fiable y sin dolor

El examen se realiza con el paciente tumbado, colocando una sonda sobre la piel, a la altura del hígado. Mediante leves pulsos indoloros, el dispositivo mide cómo se propagan las ondas a través del tejido hepático. Cuanto mayor es la rigidez del órgano, mayor es la posibilidad de fibrosis. Los resultados aparecen de forma inmediata en una pantalla, lo que permite a los especialistas interpretar los datos al instante y planificar la mejor estrategia de seguimiento o tratamiento.

La gran ventaja es que podemos conocer la situación del hígado sin someter al paciente a procedimientos invasivos. Esto nos permite detectar alteraciones de forma más temprana y mejorar el control evolutivo de la enfermedad”, explican los especialistas en enfermedades del tubo digestivo, hígado y páncreas del centro madrileño, situado en el Paseo de la Habana.

De la hepatitis al hígado graso: un amplio campo de aplicación

La nueva tecnología está especialmente indicada para el estudio y seguimiento de hepatitis crónicas, enfermedad por hígado graso no alcohólico (EHGNA) y esteatohepatitis no alcohólica (NASH), patologías cuya incidencia ha crecido de forma preocupante en los últimos años. La EHGNA, en particular, afecta ya a una de cada cuatro personas adultas en países desarrollados, impulsada por el sedentarismo, la obesidad y los malos hábitos alimenticios.

La posibilidad de obtener resultados en tiempo real, sin riesgos y con total comodidad, convierte a esta herramienta en un aliado esencial de la medicina preventiva. Detectar a tiempo el grado de fibrosis o de grasa acumulada en el hígado permite intervenir antes de que el daño sea irreversible.

En palabras de los especialistas del centro, “la detección precoz es clave para frenar la progresión de las enfermedades hepáticas. Cuanto antes identifiquemos el problema, más posibilidades tenemos de revertirlo con cambios en el estilo de vida o tratamientos específicos”.

Este enfoque preventivo resulta especialmente valioso en el caso del hígado graso no alcohólico, una enfermedad silenciosa que puede avanzar sin síntomas durante años y derivar en cirrosis o cáncer hepático si no se diagnostica a tiempo.

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