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Olas de calor : cómo evitar sus consecuencias

Se ha estudiado científicamente que cada vez es más frecuente la aparición de las llamadas olas de calor. Por tanto, conviene profundizar sobre las causas, efectos y actuaciones ante una posible insolación. Una situación que puede derivar en consecuencias graves para la salud de las personas.

El verano es sinónimo de sol, lo que motiva a muchos a elegir destinos costeros para pasar sus vacaciones. Hasta aquí todo normal, sin embargo cada vez son más frecuentes acontecimientos que antes eran extraordinarios como son las olas de calor.

No en vano estos meses y algunas jornadas primaverales se dieron situaciones de climatologías extremas ante las que hubo que poner medidas para proteger la salud. 

Estudiado este fenómeno por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la explicación que se da a estos abruptos movimientos en el tiempo radica en el cambio climático.

Los peligros para la salud empiezan a aumentar a la par que crece el calentamiento global progresivamente en el mundo. 

Precisamente en el último mes de julio varios días estuvieron azotados por olas de calor en todo el país, alcanzándose de un día para otro temperaturas muy elevadas (superando los 40º), sin que las personas tuvieran tiempo para aclimatarse.

Jornadas peligrosas para la salud, teniendo en cuenta los problemas que pueden surgir si no se toman ciertas medidas preventivas. Un golpe de calor o una insolación son la consecuencia de una pérdida de líquidos y sales minerales, situaciones que podrían ser graves a la postre para el organismo.

 

Golpes de calor: “la situación más grave que generan las altas temperaturas”

Lo confirma la vicepresidenta de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, María Fernández: un golpe de calor es la situación más grave que generan las altas temperaturas.

Cómo tratar y prevenir los golpes de calor.

Este hecho impacta en el ser humano cuando la temperatura de su cuerpo aumenta rápidamente sin tener la capacidad de enfriarse por sí mismo.

Al igual que otras patologías, en un golpe de calor se identifican distintas fases y síntomas que podrían terminar por llegar a un punto de gravedad (pudiendo provocar daños en el cerebro y otros órganos vitales) exigiendo una reacción inmediata. 

En una fase inicial, los síntomas de una deshidratación son una temperatura corporal elevada, sed intensa, dolor de cabeza, mareos, náuseas y piel roja, caliente y seca.

En una segunda fase, ya más complicada, se pueden producir calambres, pulso muy rápido, aumento brusco de la temperatura, convulsiones, alteración de la conciencia y hasta pérdida del conocimiento. 

Perfiles y grupos de riesgo

Dicho lo anterior, conviene extremar las precauciones ante los golpes de calor, especialmente en los llamados grupos de riesgo, es decir:

 

Prevenir, mejor que curar

Con especial vigilancia a los colectivos más vulnerables, en términos generales la pauta es prevenir las insolaciones bebiendo mucha agua y zumos de frutas; no tomar bebidas alcohólicas; evitar las comidas muy calientes que aportan muchas calorías; y refrescarse a menudo en fuentes, playas, ríos… o toallas húmedas. 

En casa o espacios cerrados, la indicación por parte de los expertos es intentar mantener una baja temperatura en interiores.

Para ello, cerrar persianas durante el día, abrir las ventanas durante la noche y utilizar algún tipo de climatización (si se tiene) son las mejores opciones.

Al aire libre, lo primero es evitar el sol de manera directa, andar por zonas de sombra, ataviarnos con gorra y ropa ligera, beber agua a menudo y limitar la actividad física durante las horas de más calor. 

 

Y si hay que actuar…

En caso de cumplirse los síntomas descritos anteriormente, la actuación mas eficaz es acudir a un servicio de urgencias de cualquier hospital o al puesto de socorro más cercano.

En caso de no tener a mano uno de estos servicios, la pauta para ayudar a estas personas es llevarlas a un lugar en sombra y refrescante y colocarla en posición semisentada, con la cabeza levantada.

Acto seguido, hay que tratar de reducir la temperatura de su cuerpo con paños húmedos en la frente, la nuca, cuello y otras partes del cuerpo.

Cuando pueda beber agua el afectado, lo hará poco a poco, a sorbos y no de golpe.

Si su estado mejora, hay que acompañarlo a una revisión de un servicio médico y si la situación empeora, llegando a perder el conocimiento, conviene llamar inmediatamente a urgencias para tratarle. 

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