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Enfermedades autoinmunes y el reto médico de acelerar su diagnóstico

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Las enfermedades autoinmunes son aquellas en las que el sistema de defensa del organismo ‘confunde al enemigo’ y ataca a los tejidos sanos. Hasta que no se pone nombre y apellidos a la enfermedad, un paciente suele atravesar un largo recorrido de síntomas que merman su calidad de vida.

El lupus, artritis reumatoide o la esclerosis sistémica, por citar algunas de las enfermedades autoinmunes más habituales, producen fatigas, dolores articulares que van y vienen, erupciones cutáneas inexplicables, fiebre persistente, etc. La cuestión es que esta sintomatología puede confundirse con otras enfermedades comunes. La conclusión es que el diagnóstico médico se suele retrasar a pesar de los avances de la medicina moderna.

De ahí que el doctor Andrés González García (en la foto destacada), médico internista de la Unidad de Medicina de Familia del Hospital Ruber Internacional y experto en enfermedades autoinmunes sistémicas, afirme para Directivos y Empresas que cada diagnóstico en su consulta es un pequeño triunfo. “El gran reto es que los síntomas son muy inespecíficos, y eso lleva a que muchos pacientes pasen por múltiples consultas antes de encontrar una respuesta”, afirma el doctor.

El largo viaje diagnóstico de las enfermedades autoinmunes

Gonzáles observa diferentes obstáculos a la hora de buscar una mayor rapidez en el diagnóstico de las enfermedades autoinmunes. Además de confundir los síntomas con otras patologías, el experto apunta que las pruebas convencionales no siempre ofrecen respuestas claras. “Esto genera frustración en los pacientes, que sienten que no les encuentran nada. Solo un seguimiento continuado y una mirada global permiten distinguir lo banal de lo grave”, apunta el especialista.

Muchos pacientes, antes de llegar a un diagnóstico certero, han pasado por consultas de reumatología, dermatología, neurología o incluso psiquiatría. Esa fragmentación asistencial retrasa la identificación del origen autoinmune y, con ello, el tratamiento. “Es habitual que reciban diagnósticos parciales o erróneos en fases iniciales, al ser evaluados por diferentes especialistas sin una visión integral”, indica el internista.

La segunda opinión, clave

Ante este escenario, la segunda opinión médica adquiere un valor esencial. “No se trata de desconfiar del médico, sino de confirmar que el diagnóstico y el plan terapéutico son los adecuados”, afirma el Dr. González. En muchos casos, acudir a un centro con experiencia en enfermedades autoinmunes permite contrastar resultados, revisar la historia clínica con una nueva perspectiva y, sobre todo, evitar años de incertidumbre.

En el Hospital Ruber Internacional, los equipos de Medicina Interna y de Inmunología trabajan de manera coordinada para ofrecer esa visión transversal que tanto necesitan estos pacientes. “La experiencia es tan importante como la tecnología. Las máquinas ayudan, pero la clave sigue siendo la mirada clínica, la capacidad de conectar síntomas y de acompañar al paciente durante todo el proceso”, recalca el especialista.

Una medicina que requiere paciencia y precisión

El diagnóstico de una enfermedad autoinmune no se obtiene con una sola analítica. Es un proceso de observación prolongada, de correlación entre síntomas, evolución y resultados de laboratorio. A menudo, el médico debe interpretar pequeñas pistas —anticuerpos positivos, inflamación intermitente, alteraciones leves— hasta construir un patrón.

“Lo más importante es escuchar al paciente. Muchas veces, ellos describen la evolución con una precisión que ninguna prueba puede ofrecer”, comenta el Dr. González. Esa escucha activa permite identificar cambios sutiles, diferenciar lo transitorio de lo persistente y decidir cuándo actuar.

La incertidumbre forma parte del proceso. Por eso, el seguimiento periódico es esencial. “No tratamos solo órganos, tratamos personas que necesitan sentirse comprendidas y acompañadas”, añade. El vínculo médico-paciente se convierte, así, en un pilar terapéutico: un espacio de confianza donde la ciencia y la empatía se dan la mano.

Avances terapéuticos: biológicos y medicina personalizada

En los últimos años, el tratamiento de las enfermedades autoinmunes ha experimentado un salto cualitativo gracias a los fármacos biológicos, que actúan de forma más específica sobre las células o mediadores del sistema inmune implicados en la enfermedad. “Han supuesto un antes y un después, mejorando la calidad de vida y reduciendo complicaciones que antes eran inevitables”, señala el Dr. González.

La medicina actual avanza hacia planes individualizados, adaptados a la evolución y características de cada paciente. La combinación de terapias dirigidas, fármacos convencionales y medidas de soporte —como fisioterapia, nutrición o apoyo psicológico— permite mantener la enfermedad controlada y preservar la autonomía del paciente.

“Cada persona tiene un ritmo distinto, y el tratamiento debe acompañarlo. No hay protocolos universales, sino decisiones compartidas basadas en evidencia y en la experiencia clínica”, explica.

 

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