Directivos y Empresas

Efectos de la guerra para la economía rusa

Por Eduardo Irastorza – profesor de OBS Business School


El impacto de la invasión de Ucrania por parte de Rusia traerá consigo indudables consecuencias para el país agresor. Resultaría lógico pensar que las mismas ya habrían sido evaluadas por el gobierno ruso antes de poner en marcha a sus ejércitos.

Nadie se mete en una guerra si no cree que va a ganarla en todos los sentidos. Sin embargo, la actual evolución de los acontecimientos puede llevarnos a una conclusión contraria. Parece, como en el caso de las agresiones que llevó a cabo la Alemania de Hitler en 1939, que se esperaba un rápido desenlace, lo que podríamos llamar una «guerra relámpago», pero los ucranianos se han mostrado más obstinados en la defensa de su independencia de lo que cabía esperar.Como consecuencia, los efectos y «daños colaterales» se han alterado significativamente.

economia rusa en guerra

1ª.- Por un lado Occidente se ha movilizado para encontrar nuevas fuentes de suministro energético: Estados Unidos se está convirtiendo en el primer suministrador de gas de Europa. Incluso un tradicional aliado ruso como es Argelia ha incrementado sus suministros vía gasoductos.

Esto supone para Rusia una dramática reducción de sus ingresos en divisas. La demanda de su autoproclamado aliado chino no es suficiente para equilibrar la balanza. Recordemos que las exportaciones rusas se cifran en su mayor parte en materias primas, no en bienes y servicios sofisticados.

2ª.- Las sanciones financieras: congelación de cuentas, salida del sistema SWIFT, dificultades para cualquier tipo de transacción… ponen poderosas estacas en las ruedas de la economía rusa, pública y «particular». Uno de los problemas de un régimen sospechoso de corrupción es que su dinero suele estar a buen recaudo lejos de sus fronteras. Recordemos que a Suiza le ha faltado tiempo para abandonar su proverbial neutralidad para sumarse al bando de los castigadores.

3ª.- Cada día que pase, la población rusa, aparentemente incondicional de Putin, empezará a pensar menos en el patriotismo y más en el bolsillo. El bloqueo norteamericano a Cuba va a parecer un chiste comparado con el que le espera a Rusia por parte de Occidente.

Ni comprar ni vender es el nuevo mantra de Bruselas, y eso para una economía tan asimétrica como la rusa es insostenible por mucho tiempo. Es curioso que en un mundo globalizado una cuarta parte de las tierras emergidas hayan sido condenadas a permanecer al margen del  global e-commerce y lejos de la «nube».

4ª.- Por razones éticas y estéticas las grandes y pequeñas empresas occidentales saldrán de Rusia sin dar explicaciones. Las presiones gubernamentales y de la Unión Europea serán insoslayables y el peso de una opinión pública que siempre rechaza al agresor desde los tiempos de Robin Hood, también influirá en este predecible éxodo masivo. Resultado: crisis de suministro en los mercados rusos como en los buenos tiempos de Andropov & Co e incremento del paro entre los profesionales más preparados de este apasionado país.

5ª.- Riesgo de que la inflación ya desatada por el conflicto se convierta en galopante. El valor del rublo está por los suelos y recordemos que clientes y acreedores cobran en dólares o euros. A pesar de que Rusia es el mayor productor de oro y diamantes, o de su decidida apuesta por las criptomonedas para compras inconfesables, no tiene suficiente para moverse en los mercados.

No olvidemos que, excepto China, el resto de sus «amigos»: Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte… están igual o peor que Rusia. Como diría Bardem, «No son lugares para hacer negocios.»

6ª.- A medida que pase el tiempo los «ciberataques», confesados o inconfesables, empezarán a hacerse sentir y afectarán seriamente a la economía. Será un «toma y daca» brutal en una guerra de desgaste en el que Rusia tiene menos recursos para sobrevivir.

 

7ª.- El paro se disparará en Rusia, a menos que recompongan el clásico sistema comunista en el que la gente hace como que trabaja y el Estado hace como que paga. Rusia ya no puede prescindir de Occidente. Su sistema económico actual, como el chino, es competitivo porque combina el incuestionable dirigismo estatal con el capitalismo más agresivo. Cambiar el modelo le será muy difícil a la nueva plutocracia rusa.

Hace 70 años Hitler dijo que daría una patada a la puerta de Rusia y todo el edificio se vendría abajo: los soviéticos aguantaron cuatro años y se plantaron en Berlín. Parece que Putin, que ha tachado de neonazis a los patriotas ucranianos, no ha aprendido mucho de su propia historia.

 

 

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