Directivos y Empresas

Los combustibles como arma de presión política

Por Antonio Castelo – Analista de iBroker.es

En los últimos días se han producido dos movimientos relacionados con el suministro de gas natural, que afecta directa e indirectamente a nuestro entorno.

Por una parte, el Ministerio de Energía argelino advirtió al Gobierno español que “cualquier envío de gas natural argelino suministrado a España, cuyo destino no sea el previsto en los contratos, se considerará como un incumplimiento de los mismos y podría llevar a la rescisión del acuerdo que vincula a Sonatrach (la empresa pública argelina de hidrocarburos) con sus clientes españoles”.

suministro de gas

Esta advertencia llegó al tiempo que se reactivaba el gasoducto Magreb-Europa que Argelia cerró, el pasado 30 de octubre, en su conexión con Marruecos y que se había vuelto a poner en marcha en sentido contrario al habitual, para que desde España se pudiera suministrar gas a Marruecos, ante el cierre de suministro aplicado por sus vecinos argelinos.

Rusia corta combustibles a países de Europa

Por otra parte, Moscú ha cortado el suministro de gas natural a Polonia y a Bulgaria, amenazando con hacer lo mismo con otras «naciones hostiles» que se niegan a pagar el combustible en rublos.

En definitiva, se trata de utilizar un combustible básico en el devenir diario por parte de países productores, como elemento de chantaje y presión. Nada nuevo que no recordemos, especialmente algunos que ya “peinamos canas”, que hicieron en la década de los setenta del siglo pasado los países productores de petróleo que posteriormente se agruparon entorno a la OPEP.

Lo que parece sorprendente es que el mundo occidental no haya aprendido de los errores del pasado, y no haya sido capaz de prever una posibilidad como ésta. No solamente no ha aprendido, sino que ha sido capaz de ponerse en manos de países productores con dirigentes de “dudosa virtud democrática”, al tiempo que se anunciaban a bombo y platillo unas agendas de abandono del uso de los combustibles fósiles en favor de unas energías renovables, a todas luces hoy por hoy incapaces de dar soporte a las necesidades del mundo occidental.

Durante años países como Rusia han sido capaces de financiar los “movimientos verdes” del mundo, pero especialmente de Europa, han hecho ver la facilidad de utilización de combustibles “a medio camino” entre los fósiles contaminantes y los completamente limpios, y llevar al uso masivo del gas natural (proporcionado por ellos, claro) y cerrar el paso a tecnologías de transición o aparentemente limpias como la energía nuclear. Una jugada maestra.

¿Por qué Polonia y Bulgaria? Porque probablemente estos dos países son los puntos más débiles de los países europeos, al ser los primeros en obtener el gas ruso en su tránsito hacia Europa. La estrategia rusa puede tener como objetivo dividir a la Unión Europea, al apuntar a algunas naciones y no a otras. Polonia ha sido una de las naciones más críticas con Rusia y el mayor partidario de Ucrania en términos de admisión de refugiados, apoyo militar y transferencias de armas.

Si Rusia retiene el suministro a más países o si Europa impone sanciones a las exportaciones de materias primas rusas (especialmente gas y petróleo), ese escenario supondría potencialmente una recesión en Alemania y en el resto de la EuroZona.

Según algunas fuentes, aunque se ha hablado de solidaridad entre los países europeos para cubrir las necesidades de países afectados, lo cierto es que hay poca capacidad para transferir recursos entre ellos.

A corto plazo habría pocas más opciones que reducir el consumo para mantener el suministro. En el caso de Alemania, el gas ruso supone el 35% del suministro de gas. El ministro de economía alemán, Robert Habeck, declaró recientemente que una suspensión del suministro de gas por parte de Rusia desencadenaría una recesión.

Ahora se están acelerando los esfuerzos para reemplazar la energía rusa con nuevas fuentes, como GNL importado de los Estados Unidos, Oriente Medio, Noruega y del norte de África (Argelia), pero eso va a suponer un encarecimiento muy importante de la factura energética en el Viejo Continente.

Para terminar y volviendo al affaire entre España y Argelia, recordar que lo que intenta Argelia es subir el precio del gas, teóricamente para “acercarlo al de los mercados internacionales”, pero lo cierto es que la idea obedece sobre todo a razones políticas, después de los acuerdos alcanzados entre España y Marruecos.

En lo que llevamos de año, la dependencia energética de España con Argelia tiende a reducirse, ya que si bien el país norteafricano suministraba hace años el 60% del gas que consumíamos, ahora apenas llega al 26%, siendo Estados Unidos el primer proveedor, pero claro, a un precio muy superior.

Salir de la versión móvil