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¿Están las pymes preparadas para el nuevo escenario energético?

Nuevo escenario energetico

El reciente apagón eléctrico que afectó al sistema español ha marcado un punto de inflexión para muchas pequeñas y medianas empresas. Lo que a simple vista podría parecer un fallo puntual ha revelado una transformación estructural en el sistema energético.

Una transformación que está ocurriendo a un ritmo que muchas pymes no están preparadas para seguir. La contratación de energía, tradicionalmente tratada como una decisión administrativa o financiera, se ha convertido en una cuestión estratégica con implicaciones directas en la operativa y la competitividad de las empresas.

Aunque las causas del apagón aún están siendo investigadas por las autoridades, los indicios apuntan a un desajuste súbito entre generación y demanda. Una sobreproducción inesperada habría provocado la desconexión automática en cascada de varias plantas generadoras. Francia, en un intento por proteger su propio sistema, se aisló del efecto dominó, y el operador español tuvo que aplicar de inmediato protocolos de emergencia. Desde entonces, la red opera bajo un nuevo entorno de alerta permanente que encarece su mantenimiento y complica su equilibrio.

La consecuencia más inmediata ha sido el encarecimiento de los servicios de ajuste del sistema, esenciales para garantizar que la energía que se produce se corresponda con la que se consume en cada momento. Estos servicios, que hace apenas unos años eran un coste marginal, han multiplicado su peso en la estructura tarifaria. Entre 2018 y 2024 se multiplicaron por diez y, en lo que va de 2025, ya han crecido otro 25%. Tras el apagón, en solo dos semanas, se han vuelto a duplicar.

 

El precio de la estabilidad se dispara

Hoy, en determinadas horas del día, el coste de mantener el sistema en equilibrio supera al del precio base de la energía. Durante el mes de mayo, el ajuste ha llegado a representar hasta un 200% por encima del coste de la electricidad.

Esta situación afecta de forma desigual a las empresas, dependiendo del tipo de contrato energético que hayan firmado. Aquellas con tarifas indexadas al mercado asumen los vaivenes con más intensidad, mientras que las que optaron por contratos fijos se están enfrentando ahora a una paradoja: lo que antes era una solución de estabilidad, hoy se ha convertido en un riesgo oculto.

En los últimos años, muchas pymes han apostado por tarifas fijas como herramienta de previsión presupuestaria. Esta elección respondía a la necesidad de protegerse de la volatilidad del mercado energético, permitiendo planificar sin sobresaltos.

Sin embargo, el modelo parte de ciertos supuestos de estabilidad del sistema que han dejado de cumplirse. Las comercializadoras que ofrecieron tarifas fijas antes del apagón están ahora afrontando costes que no estaban contemplados en sus cálculos. En algunos casos, los sobrecostes están siendo tan elevados que están generando pérdidas relevantes.

Esto ha llevado a una revisión urgente de las condiciones comerciales en muchos contratos. Algunas compañías han subido precios de forma preventiva, y otras analizan la introducción de cláusulas que permitan reequilibrar las condiciones si se repiten episodios de volatilidad extrema. En consecuencia, la tarifa fija ya no puede entenderse como una garantía total de estabilidad.

 

El riesgo estructural no desaparecerá pronto

 

Por desgracia, no hay señales claras de que el sistema vaya a recuperar su estabilidad a corto plazo. Red Eléctrica ha pedido a las plantas de respaldo que estén disponibles de forma permanente, incluso por debajo de su “mínimo técnico”, lo que implica mantener reservas energéticas operativas a un coste elevado. Este protocolo de seguridad, si se mantiene, hará que el sistema sea estructuralmente más caro. Y si no se adapta la red a una generación renovable cada vez más dominante y variable, estos episodios de tensión podrían repetirse.

En este contexto, las pymes deben asumir que contratar energía ya no es un trámite menor. Firmar un contrato simplemente porque “es más barato” puede tener consecuencias negativas si no se entiende qué hay detrás de ese precio. La decisión energética debe basarse en criterios técnicos, en una comprensión clara del mercado y en una evaluación seria del riesgo. Contar con asesoramiento especializado ya no es un lujo, sino una necesidad.

Lo que ocurrió en abril no ha sido un accidente puntual, sino una advertencia de lo que puede suceder si no se adapta el sistema y las empresas a la nueva realidad energética. Las pymes que se adelanten, que comprendan el riesgo y se rodeen de expertos, tendrán una ventaja competitiva clara. Las que no lo hagan, podrían sufrir consecuencias que afecten no solo a su factura, sino a su viabilidad.

 

Álvaro Pérez González, responsable de Aletteo

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