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Lo que puede hacer el mercado laboral ante el nuevo máximo histórico de envejecimiento que registra España

El Instituto Nacional de Estadística ha confirmado una noticia que, no por esperada, pone en alerta al Estado de Bienestar y al mercado laboral: 2023 ha registrado un nuevo máximo histórico de envejecimiento. España se sigue haciendo mayor, lo cual es una tendencia muy peligrosa para sectores como la sanidad, pensiones, trabajo y la economía en general.

Concretamente, el INE confirma que España tiene un índice de envejecimiento del 137,3%, lo cual significa que por cada 100 menores de 16 años hay 137 personas mayores de 64. El dato del año 2022 fue del 133,6%, lo cual denota que el incremento de un año para otro ha sido de 3,7 puntos, superando el promedio de los últimos 15 años.

La evolución del envejecimiento en España

La evolución del envejecimiento en España ha sido analizada por el Observatorio de la Vulnerabilidad de la Fundación Adecco desde 1999 y los gráficos hablan por sí solos. Se observa una marcada diferencia entre la cifra actual (137,3%) y la de principios del milenio, cuando el país aún tenía una población más joven. En 1999, aún había más población menor de 16 años que mayor de 64, con un índice de envejecimiento del 99%. Es a partir del año siguiente cuando España pasó a ser un país envejecido, con una tasa que se elevó por encima del 100% y que ha aumentado rápidamente cada año.

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El envejecimiento ha seguido aumentando durante las últimas décadas, siendo especialmente notable a partir de 2010. Comparado con hace diez años, el dato actual es 27,5 puntos porcentuales más alto (en 2013, el envejecimiento alcanzó el 109,9%).

Este aumento imparable del envejecimiento es resultado de dos factores principales: una tasa de natalidad en mínimos históricos y una esperanza de vida en aumento. En 2022, el número de nacimientos en España alcanzó la cifra más baja de toda la serie histórica (329.251), mientras que la esperanza de vida alcanzó un récord de 83,1 años.

Las regiones más envejecidas

En cuanto a las Comunidades Autónomas, Asturias, Galicia y Castilla y León lideran el ranking de envejecimiento, con índices del 249,2%, 218% y 217,1% respectivamente. Estas tres Comunidades tienen más del doble de población mayor de 64 años que menor de 16. Por otro lado, Ceuta (64,8%), Melilla (52%) y Murcia (9%) son las únicas regiones que aún tienen índices de envejecimiento por debajo del 100%, con una mayor proporción de jóvenes.

Qué se puede hacer a nivel laboral

Desde el punto de vista de las empresas y entorno laboral, es evidente que las plantillas también se van haciendo mayores y que los equipos cada vez son más diversos respecto a la edad. En muchos casos, los sénior son mayoría, pero los especialistas están observado que el aging se está convirtiendo en un motivo de discriminación.

Si embargo, para la Fundación Adecco, la población activa mayor de 50 años se debe considerar como un factor estratégico de competitividad. En un entorno de máximos históricos de niveles de envejecimiento, los expertos señalan la importancia de generar empleo de calidad para poder garantizar la sostenibilidad del Estado de Bienestar.

«La sostenibilidad del Estado del Bienestar va a depender de nuestra capacidad para generar empleo de calidad que lleve las cifras de afiliación a su máximo nivel. Es fundamental ensanchar la base de cotizantes, estimulando la participación laboral de las personas tradicionalmente inactivas (con discapacidad, mujeres sénior, población rural, etc.), así como realizar una adecuada gestión de la migración para convertirla en una ventaja competitiva, dada su capacidad para llenar el vacío de una población activa nativa decreciente, y teniendo en cuenta su potencial para mejorar nuestra posición competitiva global”, destaca Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.

La apuesta por el talento sénior se justifica por varias razones, entre ellas: la contribución a empresas más competitivas en el contexto de la «silver economy», el valor de la riqueza experiencial y cognitiva de las personas sénior, la justicia social al reconocer su papel en el desarrollo histórico, la mejora de la competitividad y sostenibilidad económica, y la promoción de un envejecimiento activo y saludable que prevenga problemas de salud mental asociados al desempleo en personas mayores de 50 años.

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