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Cuidar la biodiversidad es sinónimo de planeta sano y protección de la salud

El Día Mundial del Medio Ambiente llega en un momento histórico para el mundo, azotado por una pandemia cuya procedencia, según muchas teorías científicas, es de origen animal. Esto significa que la naturaleza nos ha enviado un mensaje: si destruimos la biodiversidad, estamos acabando con toda una cadena que da sustento a la vida humana. En los últimos años, la actividad del ser humano ha ido mermando la riqueza de los hábitats terrestres y marinos en un 30%. Esa simbiosis perfecta en la que participan miles de microorganismos se está rompiendo, alterando el equilibrio tan necesario para la naturaleza. Todos perdemos.

La situación se agrava todavía más por el calentamiento global, de forma que si continuamos por este camino, las pérdidas podrían ser irreparables y el impacto sería grande en los sistemas alimentarios y de salud. La conclusión es clara a este respecto: si cuidamos la biodiversidad, estaremos preservando la salud del planeta y, por tanto, la de los seres humanos y el resto de especies.

Un entorno propicio para un virus

La diferencia entre un ecosistema sano y otro degradado es clave para entender por qué el mundo se encuentra en la situación actual. De hecho, los expertos mantienen que tanto la actual pandemia como los episodios de climatología extrema nos alertan de que es momento de actuar. Y es que los entornos en los que se da una gran diversidad, las especies se mantienen en su hábitat sin necesidad de entrar en las áreas de actividad humana y por tanto, se evita así la propagación de agentes patógenos.

Humedales-Delta-del-Ebro
Humedales del Delta del Ebro. Foto: ©Oliver Hernández.

Por el contrario, cuando un ecosistema está degradado, es más fácil que un virus infecte a muchos individuos de una especie y, debido a la proximidad con la actividad, acabe llegando a las personas. Es un problema global, pero la incidencia en España es alta, pues nuestro país es el primero en Europa en tener el mayor porcentaje de especies amenazadas.

La parte positiva es que organismos como Naciones Unidas se han puesto manos a la obra para trabajar desde ya en este desafío, con los Objetivos de Desarrollo Sostenible como brújula para todos los países y empresas. De hecho, el ODS número 15 incide en la importancia de gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertización, detener la degradación de las tierras y hacer frente a la pérdida de biodiversidad.

SUEZ España se une a la causa

Si bien es cierto que la estrategia ha llegado a muchos agentes, hay algunos que se muestran mucho más proactivos como SUEZ España. El reto medioambiental ha sido el eje central del diseño de su estrategia. El grupo está firmemente comprometido a nivel global en la lucha contra el cambio climático y en la protección del patrimonio natural. Esta visión no está exenta de grandes dosis de innovación, cuya compatibilidad es total con la economía circular que promueve con sus actividades.

Con el ánimo de contribuir a superar la pandemia del coronavirus y abordar el cambio climático, SUEZ ha firmado – junto con más de 150 grupos empresariales – una declaración conjunta dirigida a gobiernos y líderes políticos para recuperar la economía sobre las bases de la sostenibilidad. El objetivo de esta iniciativa es instar a las autoridades a trabajar para limitar el calentamiento global del planeta en un máximo de 1,5ºC en el año 2030. De esta forma, SUEZ pretende contribuir a pasar de una economía gris a otra verde.

La protección de la biodiversidad

Para agilizar dicha transición, la biodiversidad ejerce un papel clave y en este aspecto la organización ha hecho especial hincapié en sus últimas actividades. En su Informe de Desarrollo Sostenible de 2019 (“2019 en un zoom”), la entidad refleja la realización de 60 diagnósticos de biodiversidad, de los cuales 45 se llevaron a cabo en instalaciones de espacios protegidos. Asimismo, el año pasado se establecieron 17 planes de acción en plantas de tratamiento de agua, 11 de ellos localizados en zonas protegidas.

Entre ellos, destacan las actuaciones en la depuradora de Palau Saverdera (Girona), colindante con el espacio natural protegido de los Aiguamolls de l’Empordà, en donde el grupo trabajó en una zona refugio para la reproducción y reintroducción de anfibios amenazados como el sapo de espuelas o el tritón verde.

Depuradora de La Garrotxa.

En el sureste de España, en las lagunas de Cabezo Beaza, que almacenan en Cartagena agua regenerada de una planta de tratamiento del  grupo, SUEZ consiguió acoger a 30 especies de aves acuáticas (14 de ellas incluidas en catálogos de conservación) y repoblar la malvasía cabeciblanca, un peculiar pato buceador con una población muy escasa y localizada, que estuvo a punto de desaparecer en la dé- cada de los años setenta del pasado siglo.

Por otro lado, en las depuradoras de Olot y Sant Joan de les Fonts, en la comarca gerundense de La Garrotxa, se han creado dos jardines de mariposas y un hábitat de herbazal para favorecer a estas especies y mejorar la biodiversidad del entorno.

A nivel urbano, SUEZ España también tiene su aportación en la naturalización de las ciudades, sabiendo que más áreas verdes representan un extra en la resiliencia de las metrópolis. Ejemplos de actuaciones en ciudades hay varios, destacando la infraestructura del parque de La Marjal en Alicante. Allí, los sistemas instalados permiten recoger 45 millones de litros de aguas pluviales para usos sociales y ambientales. Esta ubicación constituye un ejemplo en España como pulmón verde de una ciudad que además actúa como refugio de vegetación y avifauna de la zona.

Parque alicantino La Marjal.
La implicación de los empleados

El éxito de todas estas iniciativas responde a unos empleados comprometidos y formados para la causa. A nivel interno, SUEZ España ha sabido implicar a sus trabajadores en la misión de proteger la biodiversidad. Además de protocolos internos, la organización ha desarrollado un programa (BiObserva STOP-invasoras) en donde se  capacita al personal a través de una plataforma web y app móvil para identificar especies, reportar observaciones y ejecutar planes de control.

Por otro lado, el programa BiObserva Voluntariado ha contado con la participación de más de 270 empleados y desde aquí han aflorado cerca de 60.000 observaciones internas para poder realizar planes de acción. Además, estas informaciones están puestas a disposición de los científicos en la plataforma mundial de información de biodiversidad (GBIF), patrocinada por el Ministerio de Ciencia e Innovación y gestionada a través del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). SUEZ en España es la entidad privada que más registros aporta.

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